Pero Cuitla, con la pésima sintaxis que caracteriza a todo lo que le escriben, le contestó de manera ordinaria cosas como:
“Debo ser honesto y sincero con Usted, la recibo con mucho agrado pues usted ya se va; con eso al menos, le quita al Instituto la carga económica de un individuo que vivió con los privilegios anticonstitucionales que un régimen corrupto y en decadencia le otorgó”.
Sin la menor idea de lo que es la decencia y con un pleno desconocimiento de la urbanidad política, Cuitláhuac se puso en Modo AMLO En Su Mañanera, y le recetó lo siguiente a quien le había enviado una cordial despedida:
“Supo usted interpretar que el régimen de corrupción al que usted perteneció empezaba a llegar a su fin y que de ahí hayan surgido sus desesperados intentos por impedir una democracia plena, legítima y participativa que lo sepultaría”.
Y le reclamó que se hubiera puesto “a favor de los intereses mezquinos de una élite oligarca”.
No contento con sus insultos fuera de lugar, se dio tiempo para amenazar a quien López Obrador convirtió en el villano favorito de la 4T:
“Aún le queda aclarar las observaciones que el Contralor Interno del INE entregó a la Cámara de Diputados. Estaremos pendientes”.
Finalmente, se quiso hacer el chistoso:
“Por lo pronto, y con el gusto y la sonrisa de tener una misiva de despedida de su parte que me alegró el día, quedo de usted”.
Imagino al pobre ingeniero y a su patético grupito de amigos y/o cómplices y/o incondicionales regodeándose en alguna oficina del Palacio de Gobierno por la lastimosa respuesta que -su nivel los obliga- pensaron era algo inteligente y que iba a devolver la gracia del Patriarca hacia el Gobernador, hoy más frío que un pingüino en invierno.
Lo único que consiguió Cuitla con su grosera respuesta fue enseñar el cobre y su falta de diplomacia y buen sentido.
La bronca es que hay quienes piensan en el país que así somos todos los veracruzanos… no manchen.
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