Para realizar esa obra, las autoridades del Instituto de Educación habían sostenido durante más de un año intensas negociaciones con funcionarios de la oficina del Secretario de Educación, de la Subsecretaría de Educación Básica, de la Subsecretaría de Desarrollo Educativo y de la Dirección de Materiales Didácticos.
Finalmente, Aguascalientes recibió la autorización de producir un nuevo libro de texto, para sustituir el que se había usado durante los 20 años anteriores.
Mi primer trabajo fue convocar a jefes de materia y docentes de historia y geografía, así como investigadores de tres de las escuelas normales más importantes del estado, para hacer el proyecto general del libro, con los contenidos que debía tener y las técnicas didácticas que se emplearían.
Lo segundo fue integrar un equipo de trabajo, para lo cual pude convocar a historiadores con doctorado de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y a geógrafos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), cuya sede nacional está en la ciudad de Aguascalientes.
Los dos equipos para cada materia hicieron las investigaciones necesarias y aportaron informaciones, mapas y datos certificados, con lo que se tuvo el material para emprender la redacción del libro.
Una vez terminada esa etapa, el texto obtenido fue puesto a consideración de un comité de pedagogos, docentes de la materia e investigadores, que después de varias sesiones propusieron cambios y precisiones, que fueron tomados en cuenta para tener el texto definitivo de parte de la autoridad estatal. También la sociedad y la unión de padres de familia tuvieron acceso a la obra, y se tomaron en cuenta sus opiniones.
Esa redacción consensuada en Aguascalientes fue enviada a la Dirección de Materiales Didácticos de la SEP (DMD-SEP) y unas semanas después sostuve una primera sesión para discutir las observaciones que hicieron los expertos de la Secretaría que revisaron la propuesta. Hubo más sesiones, muchas discusiones (en el mejor sentido de la palabra) y finalmente quedó la redacción final, aprobada tanto por el equipo estatal que yo coordinaba como por los especialistas de la federación.
La DMD-SEP se encargó de hacer el diseño del libro, y un equipo de fotógrafos viajó desde el Distrito Federal para recorrer todo el estado. Con esos verdaderos profesionales de la lente le dimos cuando menos cuatro vueltas al estado (por suerte solamente tiene 5,618 kilómetros cuadrados y once municipios) y se tomaron más de 2 mil fotografías con novísimas cámaras digitales de muy alta resolución para la época, de 2 mega pixeles.
Pero mañana sigo con esta relación, si me permiten, porque todavía falta mucho por decir respecto al proceso total de elaboración de un libro de texto.
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