Pongo un ejemplo más claro que el agua: Alejandro Moreno salió el lunes a felicitar a sus correligionarios Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid y dijo que habían obtenido 400 mil firmas en su favor. Socarronamente, el dirigente nacional priista no especificó si esa cantidad era para cada uno de ellos, o significaba la suma de las simpatías conseguidas por ambos. Lo más probable es que tanto Beatriz como Enrique hubieran obtenido 200 mil firmas por cabeza, y así la cantidad de ambas resultaba menor a la conseguida por Xóchitl. Pero como Alito no aclaró, pudo quedar en el inconsciente colectivo que los priistas habían conseguido 800 mil votos en conjunto, lo que es totalmente improbable.
Por los resultados preliminares, queda claro que el fenómeno de la Señora X -o ahora “la innombrable” para el Peje en sus mañaneras- no se desinfló ni se desvaneció como auguraban los morenistas en sus más tórridos sueños, de la misma forma que lo codiciaban los otros contendientes dentro del FAM, que fueron superados ampliamente por la fuerza arrolladora del fenómeno social de la Xochitlmanía, un milagro que ha renovado la esperanza de millones de mexicanos en un futuro mejor para el país.
También se desilusionaron con el triunfo arrollador de Xóchitl muchos analistas embebidos en la idea de que la voluntad del pueblo no puede vencer a la poderosa influencia del aparato de Gobierno, y que no hay nada que hacer más que doblegarse ante la aprobación arrolladora que tiene AMLO (una aprobación muy dudosa, porque aparece en las encuestas, pero no en la opinión de la gente de la calle).
Así, fue dado el primer paso del largo y sinuoso camino de Xóchitl Gálvez hacia el triunfo en 2024. Lo que sigue es que el 3 de septiembre los mexicanos que creen en ella se vuelquen a votar en las urnas del FAM, y hagan real y oficial la candidatura de la esperanza de México.
Ahí la lleva Xóchitl.
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