“Es por todo lo anterior que, en libertad y con plena convicción, votaré a favor del dictamen”.
Y así fue. Al final terminó por despojarse de la máscara. La mañana de este miércoles quedó claro que aquella bravata de su padre (“¡nosotros no nos doblegamos ante nadie!”), no era sino otro burdo disfraz para disimular su verdadera naturaleza: la de traidores, la de mercachifles del voto parlamentario.
Miguel Ángel Yunes Márquez caminó erguido, con paso firme, hasta la tribuna. Sin una sola muestra de dolor pidió la venia del presidente de la mesa directiva, Gerardo Fernández Noroña y emitió un discurso para explicar (que no justificar) el sentido de su voto.
“Quienes se oponen a la reforma afirman que se va a militarizar el país, insinúan, pero no se atreven a decirlo que existe el riesgo de represión, de que se destruya nuestra democracia y de que vayamos hacia una dictadura. Yo no veo esos riesgos porque conozco de cerca nuestras Fuerzas Armadas y sé de su amor a México, de su lealtad a la Constitución, de su institucionalidad y de su patriotismo”.
No hace mucho tiempo, apenas en abril del presente año, ese mismo muchacho, con gesto severo y postura valiente, hablaba frente a miles de simpatizantes en la cabecera municipal de Álamo:
“Cuando me dicen que estos de Morena defienden la cuarta transformación, yo pregunto cuál es esa transformación, porque a lo único que se han dedicado es a echarle la culpa al pasado, pero no se dan cuenta que ellos ya son el pasado: Cuitláhuac García y López Obrador tiene casi seis años gobernando y la realidad es que sus resultados son malísimos y son un verdadero fracaso”.
Su discurso, ahora, no fue el mismo:
“Nunca, nunca en la historia reciente de México, ha estado presente la amenaza de dictadura militar que hoy de manera velada se sugiere, pero tampoco veo esos riesgos, porque quien pronto asumirá el mando supremo de las Fuerzas Armadas es una mujer forjada en la lucha social y en el impulso a las libertades democráticas, la doctora Claudia Sheinbaum. Llegó al poder con el voto de millones de mexicanas y mexicanos, y estoy seguro de que honrará ese voto preservando y fortaleciendo nuestra democracia”.
Lo cierto es que el cambio de bando ya se había dado por hecho entre el frente opositor. En esta ocasión el primogénito del Clan Yunes no pudo argumentar que fue “amenazado” por el dirigente nacional del que aún es su partido -el PAN-, ya que desde 20 días antes Marko Cortés dio por perdido el voto de su senador veracruzano.
Miguel Ángel Yunes Márquez soñó hace algún tiempo, que llegaría a ser “el mejor gobernador de Veracruz” y lo intentó a tan corta edad, que no descartaba la posibilidad de brincar de ahí a Palacio Nacional. Tenía todo para conseguirlo: el respaldo económico y político de su padre, que en ese momento gobernaba la entidad; el prestigio de dos exitosos períodos como alcalde de Boca del Río y un discurso en el que privilegiaba el combate a la corrupción y el castigo para los ladrones.
Se le atravesó un político de la vieja guardia, alguien a quien en su familia bautizaron como “viejo loco”, pero que arrastró multitudes y fue capaz de derrotarlo en Veracruz a través de un espantapájaros, una momia incapaz de pronunciar tres frases coherentes.
Al final, en el colmo del pragmatismo, los Yunes (los de El Estero), decidieron aplicar aquella consigna: “si no puedes con el enemigo, únetele”.
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Epílogo.
El hallazgo de los cuerpos sin vida de Hipólito Rodríguez Betancourt, funcionario del ayuntamiento de Playa Vicente, y de su padre, Hipólito Rodríguez Sánchez, abre un grave precedente en el estado. *** Las primeras investigaciones permiten anticipar que se trata de un acto de represalia en contra del empleado municipal, por decisiones que tomó y que afectaron no sólo a bandas del crimen organizado en aquella zona, sino a altos funcionarios del gobierno que encabeza Cuitláhuac García. *** Muy pronto se conocerán más detalles.
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