Fue el caso del ingenioso periodista Salvador, quien no tuvo oportunidad de explicarle a su enardecido adversario (que le sacaba más de 15 centímetros de altura, más de 20 kilos de peso y unos 30 años de juventud, en el argot boxístico sería un semipesado contra un peso pluma) que sus perros estaban educados y que no eran violentos.
La cosa es que el tipejo se le fue a empellones al reconocido periodista -que es un Ave Fénix de los Ingenios, como Quevedo, pero una persona pacífica- e incluso le propinó varios golpes. Como pudo, Chava se defendió hasta con la pequeña pala de plástico que utiliza para levantar y enterrar las gracias de sus perros.
Este violento individuo ha venido escalando el conflicto, al grado que ha buscado a Salvador en la calle y en su casa, y ha tenido otros episodios de violencia física y sicológica en contra del escritor y de su esposa.
Salvador Muñoz es uno de los mejores periodistas de Veracruz. Su trabajo reporteril, que viene desde hace muchas décadas, ha servido de muchas maneras para que la vida de los veracruzanos sea un poco mejor, un poco menos injusta. Si alguien se merece respeto y tranquilidad es él, porque es un hombre justo y bueno; un pilar de la comunidad.
Muchísimos compañeros del gremio periodístico se han acercado a Chava -me consta- para manifestarle su apoyo, su solidaridad y su voluntad de estar con él de la manera que sea necesario.
Sabes que no estás solo, Salvador, cuenta con todos nosotros.
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