En la pasada entrega de “Sin tacto” tuve oportunidad de reproducir un poema de la ganadora del Premio Nobel de este año, la surcoreana Han Kang. Creo que la traducción al castellano, hecha a partir de una traducción del coreano al inglés, nos permitió avizorar las grandes calidades poéticas de esta gran escritora, de apenas 52 años (muy joven, para la costumbre seleccionadora de la Academia Sueca).
Pero doña Kang ha sido más reconocida por su narrativa que por sus versos. Tiene una novela en particular, La vegetariana, que obtuvo premios fuera de su país y ha sido vertida a muchos idiomas, entre ellos al español (publicada la traducción por una editorial argentina, Rata, que por fortuna evita los argentinismos, así que la podemos leer sin tener que chutarnos los “vos” y los “ches” que acostumbran los pamperos, o los sangrones agudos innecesarios de los imperativos -vení, comé, decí, etc.-).
La novela trata de un ama de casa que un buen día toma una decisión. Esto que digo podría parecer insulso, pero en la sociedad de Corea del Sur es todo un acontecimiento. Resulta que aquel país ha sorprendido al mundo por el decidido desarrollo de su economía, que tiene a sus habitantes con los mejores indicadores de empleo, de sueldo decoroso -salarios altos no hay en ninguna parte del mundo, como demostró Marx con su plusvalía-, de calidad de vida. Pero en medio de tanta modernidad, de tantos beneficios, de tanta educación técnica de primer nivel, la sociedad ha mantenido vivos los más oscuros resquicios de la dominación masculina. Los hombres coreanos del sur son más machos que los machos de Jalisco.
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La mujer sigue siendo objeto de discriminación y las amas de casa son en realidad tratadas como sirvientes, sin derecho a opinión ni a independencia.
En la novela de la señora Han, la protagonista, Yeonghye, se atreve a tener un pensamiento propio y decide dejar de comer carne, lo que comunica a su esposo, que no puede creer que esa mujer sumisa haya tenido el atrevimiento de pensar por ella misma.
La vegetariana revela las profundas incongruencias de una sociedad tamizada por el éxito material que no ha podido superar los lastres de su pasado injusto e inequitativo. Además, está contada con una prosa poética (¿o poesía prosaica?) que revela la sensibilidad literaria de su autora.
¿Qué persiste el machismo en Corea del Sur? El padre de Han Kang, el señor Han Seung-won, que también es escritor, confesó que no podía creer la noticia de que su hija había ganado el Nobel.
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