Ni su licenciatura en la Universidad Iberoamericana ni su maestría en la Universidad de Oxford salvaron al secretario de Educación, Aurelio Nuño, del ridículo a causa de su mala dicción. Si el funcionario hubiera pronunciado mal la palabra leer, robándole una e, frente a sus subordinados o en un acto oficial con invitados adultos, lo más probable es que muchos se hubieran dado cuenta y habrían guardado un silencio reverencial para no incomodar a la persona que dirige el destino de la educación en nuestro país.
Para su desgracia lo hizo frente a niños de la escuela primaria Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, de la ciudad de Puebla, durante un acto de la 36 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, en el que preguntó repetidamente a los niños si “iban a ler”. El error, amplificado por el micrófono que estaba utilizando, no pasó desapercibido para la niña Andrea López Salazar, quien comedidamente, de forma respetuosa y un poco tímida, le indicó a Nuño que no se dice “ler” sino leer.
El video se hizo viral en las redes e inmediatamente se produjeron sangrientos memes para hacer trizas al funcionario, en parte porque es imperdonable que una persona con maestría en el extranjero pronuncie mal una palabra tan común y también porque nos regocija enormemente burlarnos del poder cuando vemos a uno de sus representantes resbalar de esa forma. En las redes sociales se vieron memes como “Leer te puede hacer feliz, no leer te puede hacer presidente, ler te puede convertir en secretario de Educación Pública”, “Andrea golpeó a la reforma educativa con más fuerza que toda la CNTE”, una foto de Adela Micha diciendo: “Para ser presidente no se necesita ler” y otras igual o más hilarantes.
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Todo hubiera quedado en el anecdotario político que crece cada día más gracias a los gazapos de los funcionarios, de no ser porque trascendió que la directora de la escuela, Juana Zavala Estrada, decidió suspender una semana a la pequeña que corrigió al secretario, por “haberle faltado al respeto a un invitado”.
En el video se observa claramente que el secretario no reaccionó mal ante la corrección de la niña, al contrario, le dice “muy bien Andrea”. No se sabe si en privado haya mostrado enojo frente a la directora y esta pretendió quedar bien con su jefe suspendiendo a la niña.
Si lo hizo, debe ser separada inmediatamente de su cargo, pues el castigo sería totalmente contrario a lo que predica el modelo educativo, al perfil de egreso de los estudiantes de educación básica y a las competencias que se supone debe mostrar un director de escuela.
Dicen los documentos oficiales que a lo largo del proceso de educación básica un alumno debe utilizar el lenguaje materno, oral y escrito para comunicarse con claridad y fluidez, e interactuar en distintos contextos sociales y culturales. También que argumenta y razona al analizar situaciones, identifica problemas, formula preguntas, emite juicios, propone soluciones, aplica estrategias y toma decisiones. Exactamente lo que hizo Andrea al ver a un adulto equivocarse. Al corregir al funcionario puso en juego sus saberes, sus habilidades y una buena actitud. Si fue castigada por ello, esa directora no sabe dirigir una escuela, desconoce el enfoque por competencias y es sólo una represora que actúa de la forma más arcaica, tradicional y vergonzosa, pues se supone que en la nueva escuela un director debe propiciar un clima orientado a la promoción del aprendizaje que supone la existencia de la comunicación, la cooperación, el intercambio, la integración y el establecimiento de valores, como el respeto, la tolerancia y la confianza entre los componentes de la comunidad escolar. ¿Qué papel juega un castigo como el impuesto a la niña en ese mundo educativo ideal?
La directora dice que la niña le faltó al respeto al invitado, lo refuto y apelo al acertado diagnóstico del ensayista Gabriel Zaid, quien escribió –cito de memoria- que tenemos una idea equivocada de la cortesía, pues hay momentos en que nada sería más cortés que decir “Elisa, por favor deja de decir pendejadas”.
ramirezmorales.pilar@gmail.com
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