La muy conocida frase “pan y circo” para denotar la práctica del poder que oculta a los gobernados los hechos realmente importantes ofreciéndoles alimento y entretenimiento ha dado un giro en Veracruz. Aquí se da poco o casi nada de pan y la rapiña fue tal que ya también queda poco para el entretenimiento, ahora la política misma se ha caricaturizado para convertirse en parte del circo.
Desde hace meses, pero más acusadamente después de las elecciones que perdió el PRI, se convirtió en deporte estatal adivinar cuándo renunciaría el ahora gobernador con licencia Javier Duarte. El lugar sagrado al que se acudía para tratar de descifrar los designios divinos eran las señales del gobierno federal. Que si el presidente no saludaba a Duarte en una gira por el estado era signo de su inminente despido; que si no lo sentaba junto a él, le estaba mandando un mensaje claro de que ya mejor se fuera y venía un alud de apuestas e interpretaciones como si el mismísimo Peña les hubiera confiado que Duarte ya lo tenía literalmente hasta el copete.
Vino después la diligencia de la PGR en Xalapa. “Ahora sí” decían los iniciados, “de esta no se salva, ya se va”, “si ya están involucrando a su esposa y a su mamá, le están enviando una señal de lo que le espera a su familia si no renuncia”, pero pasaban los días y nada. Los hechos haciendo quedar mal al oráculo. Vino entonces la arremetida de los medios; Reforma y Televisa ofrecieron información aparentemente muy fidedigna de los ilícitos cometidos por el exgobernador, en términos prácticos, y por su círculo cercano. Los opinadores dijeron entonces, “ahora sí, si ya el gobierno federal le dio luz verde a Televisa para que hable mal del gobernador, no tiene vuelta de hoja”, pero el aludido seguía tan campante.
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Claro que hablar mal abiertamente del gobernador entrañaba un riesgo: se estaba hablando mal de un priista y eso no favorecía al gobierno federal. Vino entonces el episodio de la expulsión del paraíso, perdón, del partido. Por supuesto que quedó muy claro: cuando el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, afirmó que su partido combatiría firmemente la corrupción, hablaba sólo de Duarte y otros seis exfuncionarios y no de todos los malversadores y corruptos que ha albergado el PRI, tampoco era cuestión de desmantelar al partido y además confían en que la ciudadanía ya no se acuerda de corruptelas antiguas.
Volvieron las apuestas vanas. Hasta que por fin el 12 de octubre Javier Duarte concedió a Televisa la exclusiva de su solicitud de licencia para “facilitar las investigaciones en su contra” pues no podía gobernar y pinponear los golpes. Vino la especulación acerca de quién quedaría en su lugar, hasta que se supo del nombramiento de Flavino Ríos Alvarado como gobernador interino.
Otra vez un alud de especulaciones: que si Duarte había negociado el nombramiento de Ríos Alvarado para protegerse, que por qué en cada entrevista decía que el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares no tomará posesión, que si sabe algo “grande” o lo va a mandar asesinar. Ahora la Procuraduría General de la República libró orden de aprehensión contra Javier Duarte, pero ¡sorpresa! Duarte no está. Muchos veracruzanos, alimentados por las columnas políticas y las versiones que circulan en las redes sociales, están tratando de descifrar a dónde se fue Duarte, si ya “se peló” como dijo Pedro Ferriz de Con, que si el gobernador interino le facilitó el transporte aéreo, que si ya se fue a Canadá o que si está en el Desierto de los Leones. Luego van a decir que está en Peralvillo porque allí nadie lo buscaría.
Para alimentar toda esta especulación “llegó a la redacción de Despierta (antes Primero Noticias)”, así solito, un video al que le salieron patitas y corrió al noticiario de Televisa para mostrar que un empresario le dio una tarjeta de crédito a la esposa de Duarte y lo había nombrado su heredero. También documentos que muestran que vendió una casa en un exclusivo club campestre de Arizona a un tío de su esposa en la friolera de 10 dólares. Con todo y que se devaluó el peso, pues como que no checa, muchos le hubiéramos dado el doble sin chistar, pero da para más especulaciones.
Mientras la telenovela política va agregando capítulos que mantienen entretenidos a muchos, está en el olvido el otro Veracruz, el de los afectados por la rapacidad de los funcionarios. El Veracruz de las marchas de maestros y jubilados que no recibieron su pago. Por primera vez, quizá desde siempre, los maestros no recibieron oportunamente su pago quincenal. Mientras el circo político, como narrador omniscieste, se fraguaba en las alturas del poder, grupos diversos han estado bloqueando carreteras y han permanecido apostados frente a las oficinas de la Secretaría de Finanzas reclamando recursos de programas, pagos por servicios o pagos programados para cuyo retraso no hay justificación: productores piñeros, alcalde y ciudadanos del municipio de Cosoleacaque, constructores, maestros, jubilados que ya son clientes preferentes para que les retengan sus pagos, transportistas, miembros de Antorcha Campesina, estudiantes a los que les deben becas, taxistas, músicos que fueron contratados para eventos y nunca recibieron sus pagos, y muchos, pero muchos más.
Eso, sólo por lo que hace a la falta de recursos, pues está el grave problema de la inseguridad, la violencia, los asesinatos, los feminicidios, los embolsados, los levantados, situación a la que contribuyó, sin ninguna duda, el presupuesto que no fue aplicado para proteger los veracruzanos sino para garantizar la vida suntuaria de unos cuantos.
Sólo ese cúmulo de protestas y problemas sería suficiente para imaginar el desfalco que ocurrió en Veracruz, pero este, que es el lado ciudadano, el de los que a veces no les llega la quincena para adquirir alimentos, ese Veracruz no está en las noticias. De ese Veracruz no habló el presidente del PRI en su visita.
Tampoco se habla en las noticias de la falta de dinero que es el argumento, real o ficticio, de muchos funcionarios que no pueden ejecutar sus programas o cumplir con compromisos laborales. Se ha llegado al punto el cinismo. Una representante sindical de la dependencia en la que trabajo les dice a los agremiados cada vez que tienen un problema laboral “da gracias a Dios de que tienes trabajo”. De esto tampoco hablan los medios. Al igual que no lo hacen de cómo muchos exfuncionarios siguen recibiendo sus salarios o gozando de privilegios como tener chofer y vehículo oficial. Por supuesto que la falta de dinero no es obstáculo para que las prioridades de gasto sigan siendo tan irracionales como siempre.
De eso no hablan ni hablarán los medios ni los funcionarios, políticos o líderes partidistas porque no alimenta y no entretiene, es decir no califica ni como pan ni como circo, pero es, sin embargo, el pan nuestro de cada día del otro Veracruz.
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