Se tienen que comenzar a auditar las acciones definidas por estas políticas públicas. Llevar la rendición de cuentas en materia de género a niveles de evaluación que dejen a un lado los informes cuantitativos que esconden siempre más de lo que muestran.
Es necesario, como política pública, comenzar a diseñar los instrumentos de evaluación institucional para determinar si un organismo atiende o no las recomendaciones en materia de género que pregona como suyas.
Con instrumentos de esta naturaleza se podrían ir erradicando prácticas que impiden el avance en la perspectiva de género. Sería ideal que al menos en las dependencias públicas se hicieran diagnósticos que incluyan comparaciones salariales que nos digan cuánto ganan los hombres y mujeres que en un área de trabajo tienen las mismas funciones, determinar cargas de trabajo, cruzar información de antigüedad en la contratación, eficiencia y mecanismos de acceso al empleo. Número de hombres y mujeres contratados para que acumulativamente podamos obtener un dato sobre las oportunidades laborales que se brindan a las mujeres. Realizar evaluaciones, coevaluaciones y autoevaluaciones para definir si las personas nombradas para los diferentes cargos se conducen de manera equitativa en materia de género, esto incluiría la no discriminación de las madres de familia, porque la igualdad puede no ser justa. Cómo se distribuyen las acciones de capacitación, etc. Con estos mecanismos se atajarían también muchos actos que implican corrupción en la contratación de personal, entre los que están privilegiar el acceso de los hombres a los empleos, pero también discriminar a las mujeres por su aspecto o por su edad, sin tomar en cuenta las capacidades o habilidades. Los parámetros que en la procuración de justicia se pueden barajar quizá pondrían en apuros a más de un procurador o a los jueces.
Las auditorías, evaluaciones y monitoreo en materia de género son recomendaciones que hacen diversos organismos internacionales. No se aplican porque hacerlo implica niveles de transparencia para los que no parece estar preparado el andamiaje institucional mexicano, pero visto el panorama actual, son urgentísimos si México no quiere parecer estancado en la edad de piedra en el respeto a los derechos humanos de las mujeres.
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