Es recomendable no ilusionarse al respecto. No se emprenderán magnas obras materiales, salvo que empresarios privados se convencieran de la existencia de suficientes garantías de seguridad y facilidades para invertir en el estado. De lo contrario, Veracruz continuará inmerso en la inédita y terrible crisis que se padece.
Ignoramos si en el mensaje de su primer día en el poder, Miguel Ángel Yunes oficializará la moratoria o no. Tampoco si de veras revelará información tan grave o delicada como para cimbrar al país entero o si nos toparemos con un parto de los montes. ¿Qué puede denunciar? Nada que no se haya dicho o sospechado.
Son inminentes los recortes presupuestales, desaparición de dependencias y oficinas públicas inútiles, bajas de sueldos y hasta despidos de personal.
Las filas de acreedores son largas. La mayoría de los reclamos son legítimos. Algunos vivales inflaron cifras en connivencia con servidores públicos corruptos o pretenden cobrar por servicios no otorgados y obras no ejecutadas. A estos últimos jamás se les soltará un centavo. ¡Qué bueno!
Finalmente justos y pecadores resultarán castigados por la carencia de fondos públicos, que fueron robados por funcionarios ladrones que hoy huyen a salta de mata.
El quebranto financiero asciende a miles de millones de pesos. Si se recupera este dinero de los veracruzanos, sería suficiente para salir del enorme bache heredado por Javier Duarte de Ochoa a Miguel Ángel Yunes. Se asemeja a sueño guajiro.
Asiste la razón a aquellos que de una u otra manera protestan y demandan que les paguen lo que en justicia les deben.
Se aproximan tiempos de mayor violencia en Veracruz. ¡Aguas!
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