Y claro, con otro sello personal, pero de igual característica general: discrecionalismo y voluntarismo, ocurrencia y capricho, conveniencia y beneficio de quien manda.
Pertinente insistir, en esperar unos días más a que se muestren esencia y formas del cambio que se pretende, si las hay. Recomendable escuchar, informarse y analizar lo que se hace o deja de hacer (que también en mucho, es más de lo mismo). Importante dar oportunidad a la oportunidad de cambiar.
Por cierto: ¿dónde están los miles de millones de pesos desaparecidos? ¿En 90 días se repara la licuadora?
¿RESCATAR, PARA QUÉ?
Terminan las tradicionales celebraciones y sus abundantes buenos deseos y felicitaciones. Vuelta a la realidad inundada de problemas y conflictos.
Como consuelo injustificado e insuficiente, se afirma con razón que México y Veracruz van de mal en peor.
Intenciones y acciones para mejorar, siempre oportunas y bienvenidas. Más al comienzo del nuevo ciclo, porque se acostumbra pensar en voz alta y reflexionar en forma individual y colectiva, acerca de fortalezas y debilidades, aspiraciones y pretensiones, responsabilidades y potencialidades.
Mucho que hacer para detener, corregir y enmendar; más para crear y fortalecer lo que debe permanecer.
En especial, para exigir cumplimiento a ineludibles obligaciones y deberes de todo servidor público, sin excepción: gobernantes, políticos, y representantes. Electos, nombrados o designados deben gobernar, obedeciendo el mandato popular; siempre bajo el imperio de la ley, y la legitimación ciudadana y social.
Imprescindible pensar, reflexionar, dialogar, debatir, proponer, acordar y decidir lo que más conviene a mexicanos y veracruzanos de hoy, y a los del mañana que ya están entre nosotros. Partiendo del principio, de que presente que se niega, es futuro que se cancela.
Participar, no como espectadores, desinteresados y conformistas. Participar, no para permitir más de lo mismo, como simulación y renovación del autoritarismo que todo lo piensa, decide e impone. A partir de la incondicionalidad y no de la capacidad; del servilismo al que manda y no del buen servir a la sociedad; de la abyección sin límite y no de la razón y el derecho, individual y social. Participar para gobernar al gobierno.
Tener siempre presente que los pueblos que no viven ni aprenden de su historia: si les va bien, están condenados a repetirla; o, en lamentables casos, que son frecuentes, están condenados a empeorarla. Quien quiera oír, que oiga.
Sea pues ésta la oportunidad para vernos en la historia. Pero en la Historia viva y con mayúscula, que es, a fin de cuentas, el pasado que se hace presente y el presente que reinterpreta su pasado. Reflexión pública para aprovechar experiencias y conocimientos, aciertos y errores, habilidades y destrezas, que nos permitan enfrentar y resolver con éxito, viejos y nuevos problemas, viejos y nuevos retos.
De la realidad surgen repetidas preguntas. ¿Por qué esperar enfrentamientos y violencia para cambiar lo que se deba cambiar? ¿Por qué permitir o causar daños y pérdidas, sacrificios y sufrimientos a millones de personas, si se puede prever lo previsible y evitar lo evitable? ¿Por qué no asumir actitudes más responsables y razonables, tolerantes e incluyentes, que den cause a los reclamos e inquietudes, a las necesidades e intereses de la sociedad?
Hoy como ayer, es preciso entender magnitud, dinámica y alcances del cambio social, que no se atienden bien y a tiempo.
Enseñanza repetida, desde siempre: nadie está obligado a hacer lo imposible. A nadie se le puede condenar al sacrificio extremo.
Algunas lecciones son simples y claras:
Gobierno que no cumple con su obligación de atender bien y a tiempo las necesidades sociales, es un mal gobierno.
Gobierno simulador, incapaz y sin soluciones, convenenciero y lleno de pretextos, es peor gobierno.
Gobierno que no promueve y organiza el cambio social, corre el riesgo de que el futuro lo alcance; e incluso, puede convertirse en enemigo de la sociedad.
Gobierno que no prevé lo previsible y no piensa ni asegura el futuro, es un gobierno desobligado e irresponsable.
Gobierno de ineficientes y delincuentes, es simple continuidad de la impunidad.
Gobierno que no sirve ni forma parte de la solución, se convierte en el problema o en parte de él.
Ante retos y desafíos, es recomendable reconocimiento y promoción del diálogo y la construcción de consensos y acuerdos; unificación plural, de esfuerzos y voluntades; fortalecimiento legal e institucional, y en general, del Estado de Derecho; y sobre todo, mucha voluntad política verdadera.
Preciso erradicar ineficiencia y delincuencia gubernamental; e identificar y atender con toda responsabilidad, agotamiento institucional y obsolescencia de leyes, hechas para otros tiempos y otras condiciones.
Apremiante contar con políticas y servidores gubernamentales que garanticen convivencia civilizada, solución pacífica de conflictos, y fortalecimiento de derechos, libertades y oportunidades, para todos, en particular para los que menos tienen: excluidos, marginados y manipulados.
PARTICIPACIÓN ES SOLUCIÓN
En este contexto, desde el inicio se debe convocar a todos a contribuir con su esfuerzo y realizar los cambios necesarios. Propiciar, la más amplia participación ciudadana y social. La gobernabilidad es tema que debe ocuparnos siempre, a efecto de aprovechar el andamiaje legal e institucional; y a la vez renovarlo, actualizarlo y perfeccionarlo.
En estos y otros temas, conviene ocupar tiempo, esfuerzos y recursos. Aspiración viable, que pueblo y gobiernos trabajen juntos, para mejorar presente y futuro. Urgente hacer el esfuerzo de impulsar y orientar el persistente trabajo de todos, a través de diálogo y construcción de consensos, basados en el respeto a la contribución plural.
Siempre hacemos, al mismo tiempo, geografía e historia. Superar obstáculos y retos, alcanzar metas requiere del todo y las partes. Nadie vendrá a hacer lo que nosotros no seamos capaces de emprender, sostener y alcanzar por nosotros mismos.
*AcademicoIIESESUV@RafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez
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