Se enfrascan en batallas áridas que no llevan a nada, en discusiones sofistas que sólo buscan el aplauso a su razón. ¡A huevo quieren tener la razón!, porque si no se las dan, qué caso tiene ser periodista.
Lo más lamentable de esto es que buscando tener la razón son capaces de quedarse sin escrúpulos, son capaces de desear, ansiar y hasta de celebrar que salga un delincuente del tamaño de Arturo Bermúdez Zurita, sólo para defenestrar al Fiscal. Esa avidez sólo habla de una persona que pone a un lado sus escrúpulos para que su ego se dé un banquete de “yo siempre tengo la razón”.
En 2013, “en la plenitud del pinche poder”, Arturo Bermúdez Zurita se refirió a los medios con el calificativo de “pinches”. Pinche es un adjetivo que denota desprecio. Pinche es algo pequeño y sin valor, algo que no vale la pena: “Su carrito está muy pinche”.
En estos días algunos periodistas están demostrando que son muy pinches, al estarse quejando de cosas tan insustanciales, pero claro, que para ellos son determinantes.
Lo más lamentable es que con su actitud pinche restan peso a algunas de sus propuestas válidas. La carta que dirigieran al Fiscal Jorge Winckler, en la que solicitan se les brinde la información que requieren para realizar su trabajo es un documento preciso y noble que debe ser contestado en el mismo tono. Pero que ese documento sea el resultado de los pinches afanes protagónicos de unos cuantos, pues lo demerita.
En algún foro de discusión sobre el tema leí que para algunos se ha perdido en esencia el trabajo del reportero. El reportero debe salir a buscar la nota, debe salir a recopilar la información, a nutrirse de sus fuentes y no sólo a esperar el comunicado para tener su trabajo ya adelantado. El reportero poco a poco se va convirtiendo en un pinche columnista.
Lo curioso de todo esto es que muchos de los que se afanan por ese protagonismo vacío son verdaderos profesionales en su trabajo, son excelentes reporteros, son magníficos investigadores, buenos redactando; el problema es cuando sacan su ego de la caja oscura. Como un perro bravo, ese ego puede morder a cualquiera ante la menor provocación.
Armando Ortiz
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