Alma grande.
Ángel Álvaro Peña.
 

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Legisladores patrioteros
2017-04-07

Los senadores mexicanos encuentran en los políticos extranjeros a sus mejores enemigos.


Los senadores en México están hermanados. Son los mismos con diferentes colores en sus camisetas. Lo mismo actúan como legisladores de derecha que de izquierda o del centro. Cambian de partido para seguir viviendo del presupuesto, pero en muchos casos, para alcanzar la eterna impunidad.


Así, en México los senadores son seres sin ideología pero que en lugar ser parte del poder político se convierten en un grupo ajeno a las instituciones y se muestran como grupo de presión.


Los senadores no pueden pelearse contra otros senadores. La razón es muy simple, los contrincantes de hoy pueden ser de la misma bancada el día de mañana.


Los senadores tienen su posición definida sólo para problemas con el extranjero. Entre ellos sólo pueden estar distanciados o simplemente hermanados.


El hecho de que del senado puedan saltar a la gubernatura de su estado natal los convierte en inquietos chapulines en busca de reflectores. De ahí que estén cazando declaraciones como la de John Kelly, secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en el proceso de sucesión presidencial de México de 2018, quien afirmara que “un presidente de izquierda no sería bueno para EU ni para México”.


Frente a esta declaración, Pablo Escudero Morales, presidente del Senado, reconoció que es difícil pedir respeto cuando en los comicios de ese país muchos actores políticos de México también se involucraron.


Por su parte, la coordinadora del PRD en el Senado, Dolores Padierna Luna consideró que el secretario Kelly no tiene voz para decidir por los mexicanos y demandó al Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray que haga valer el respeto y la soberanía de nuestro país.


Padierna Luna adelantó que senadores del PRD visitarán próximamente Estados Unidos y fijarán allá una posición muy clara de respeto a la soberanía nacional.


“Tanto el proceso electoral presidencial como las decisiones en la materia en México corresponden solamente a los mexicanos y lo que esperamos por parte de Estados Unidos es que se respete el proceso electoral mexicano”, declaró el Secretario de Relaciones Exteriores, en una conferencia de prensa desde Washington.


El presidente del Comité Ejecutivo Nacional de MORENA sostuvo que “esas declaraciones es porque están preocupados”, dijo López Obrador, quien añadió: “El próximo Presidente de México va a mantener una relación respetuosa con el gobierno de Estados Unidos, pero no va a ser una relación de subordinación. México es un país independiente y soberano, no es colonia de ningún país extranjero, y vamos a definir bien esa relación”.


Así, cuando surge un enemigo fuera de nuestras fronteras todos se unen, pero nadie se compromete. El oportunismo se reduce a simples declaraciones que por muy valientes que parezcan no dejan de ser sólo palabras.


Los legisladores hablan a la ligera, no hay enemistad sólo exhibicionismo en los medios, donde aparecen ante la menor provocación, porque si en realidad fueran tan nacionalistas empezarían a mostrar su lealtad al partido al que pertenecen y no lo hacen para seguir medrando el presupuesto destinado para personas y fines más nobles.


Lo cierto es para fines prácticos la enemistad de los senadores mexicanos contra Estados unidos no existe. Simplemente se montan en la declaración de un funcionario estadounidense para atraer los reflectores en tiempos preelectorales, porque ellos necesitan hacer declaraciones que no elijan de posturas definidas sino simples palabras que les permitan aparecer en los medios. Una declaración que pueda sacudirle la apatía política en la que se encuentran y que les sirva para no estar en el olvido.


La vecindad con Estados Unidos resiste todo, incluso declaraciones estridentes de senadores que buscan aparecer en la foto, a cambio de una aparente declaración temeraria que no es tomada en cuenta por nadie.


Lo cierto es que Estados Unidos ha intervenido en la política nacional toda la vida. Y no siempre se ha limitado a las declaraciones, sino que presiona e intimida a los políticos mexicanos para que cedan a sus demandas, la injerencia que tiene Estados Unidos atrás de la firma de las reformas estructurales es un caso evidente, pero ahí en lugar de denunciar apoyaron el pacto por México, firmado por los líderes de sus respectivos partidos políticos.


Pero también hay áreas dentro de la sociedad estadounidense y en la población de México que no hacen caso del protagonismo de los senadores y realizan tareas concretas, como el caso de la conferencia organizada por José Ángel Santiago Abrego, socio y coordinador del comité de competencia económica de la ANADE, a la que asistió el próximo embajador del vecino país del norte, Larry Rubin, en medio de esta guerra de declaraciones y donde el tema fue “El tratado de Libre comercio en la era Trump”, en el cual se anuncia una nueva relación entre ambas poblaciones, más allá de exhibicionismos de legisladores y oportunismos intrascendentes.


La mayoría de los senadores no son de fiar, ni pueden tomarse en serio sus palabras. Ellos van a lo suyo, pocos son los que en realidad cumplen con su tarea legislativa y menos aun los que respeten sus partidos políticos como parte de identidad personal e ideológica.


Porque aparentan expresar un nacionalismo que debiera moverlos a garantizar su convicción patriota, pero en realidad lo que muestran es su ansiedad por aparecer en los medios para que quienes deben elegirlos para promoverlos, no se olviden de ellos.


Los legisladores no se conducen por los caminos adecuados para crear una protesta formal por las intenciones de injerencia de los políticos extranjeros, sólo se limitan a aventurar juicios, a defender un patriotismo que sólo poseen cuando juega la selección de fútbol o cuando a algún político gringo se va de la lengua… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.


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