Quienes conocen a Miguel Ángel Yunes elogian, entre otras cosas, su privilegiada memoria. No olvida un nombre, no olvida un rostro… mucho menos un agravio.
El gobernador de Veracruz afirma que él no pacta con la ley. Tiene muy fresco en la memoria los días que lleva gobernando y la cantidad de días que acumularon, en ese mismo cargo, Fidel Herrera y Javier Duarte.
Se olvida, sin embargo (aunque tal vez no quiera recordarlo) que él mismo confesó que persiguió a los cómplices de Javier Duarte y los “convenció” que devolvieran lo que era de los veracruzanos.
Narró, incluso, que en un caso la única condición que puso el delincuente fue “que no involucraran a su esposa”. Y lo consiguieron. Devolvieron dinero y algunos bienes, señalaron a otros cómplices y garantizaron su libertad y el goce pleno del resto de sus fortunas.
No sé cómo le llamen a eso en la cultura de los Yunes-Márquez. En Veracruz y en México, eso es negociar con la ley.
Les reclama Yunes Linares a los reporteros (sí, el mismo que habla de “respeto a la libertad de expresión”) que sólo se dediquen a escudriñar en sus 130 días de gestión y se olviden de los más de 4 mil días en los que –asegura- Veracruz fue entregado a la delincuencia organizada.
Y de él reitera: “No hay quien pueda señalar que yo haga pactos con delincuentes”.
No hace falta.
“A confesión de parte, relevo de pruebas”, es un axioma jurídico que significa que quien confiesa algo libera a la contraparte de tener que probarlo.
Si hoy se analiza el (mal) desempeño de Miguel Ángel Yunes Linares como gobernador, es porque hoy es él quien tiene en sus manos el destino de los más de ocho millones de veracruzanos. En su momento, esta misma prensa cuestionó la actuación de Fidel Herrera y de Javier Duarte.
¿O hasta dónde llega su arrogancia como para asumir que él, y sólo él, enfrentó a sus antecesores?
Se asume como vocero del Grupo de Coordinación Veracruz (ese ente en el que confluyen los mandos estatales y federales encargados de combatir la delincuencia en Veracruz), pero termina admitiendo que mintió (o “se equivocó”) cuando aseguró que los marinos que fueron secuestrados –y que siguen sin aparecer- “no estaban trabajando”, versión que más tarde desmintió el comandante de la Primera Región Naval, Fernando Arturo Castañón Zamacona:
“Hubo seguramente una información que yo no recibí de manera adecuada, es mi responsabilidad haber dicho que no estaban trabajando y sí estaban trabajando”, admitió el mandatario estatal.
Es incapaz de admitir su responsabilidad en las grandes pifias de su administración.
Si se ha disparado la inseguridad es, en primer lugar, por “un problema de percepción”, pues él tiene números que indican que la delincuencia ha ido a la baja. Frente a la inocultable existencia de cadáveres, de víctimas de ejecuciones sumarias, la culpa tampoco es de él, sino de las autoridades federales (sí, las mismas que han atendido las peticiones de Yunes Linares de mayor presencia en Veracruz) porque se trata de “crímenes vinculados con la delincuencia organizada, esto es, del fuero federal”.
Cuando encierran en la cárcel a exservidores públicos detenidos en estos 130 días, a pesar de que los cargos que se les imputan no ameritan la prisión, entonces “los jueces han valorado de forma imparcial, el riesgo de que se sustraigan de la justicia”.
Pero si esos mismos jueces exhiben las torpezas de una apresurada carpeta de investigación, como el caso de la banda de asaltantes de viviendas, integrada por sujetos de origen peruano, entonces se trata de “criterios que nosotros (el gobierno estatal y la Fiscalía, es de suponer) no compartimos”.
Y no sólo es en el ámbito de la seguridad pública.
En materia financiera, Yunes Linares expresó que no se podía aprobar el presupuesto de egresos enviado al Congreso local por su antecesor, Flavino Ríos Alvarado, pues “éste no se ajusta a la realidad que enfrenta Veracruz”.
Y adivinen qué: Será ese presupuesto el que regirá el gasto de la administración estatal durante 2017. Aunque, cabe aclarar, el actual gobernador le “avisó” al Congreso local que “hará los ajustes que considere pertinentes”, con lo que pretende pasar por encima de la Constitución local.
Decía Martín Lutero, aquel teólogo alemán: “Una mentira es como una bola de nieve: cuanto más rueda, más grande se vuelve”.
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Epílogo.
Y muy a nuestro pesar, para alimentar ese severo problema de “percepción”, hay que mencionar que la mañana del martes tres elementos de la Policía Municipal de Mecatlán y dos de la Policía Auxiliar (IPAX), que viajaban por la carretera estatal Espinal-Coyutla, con destino a Mecatlán, para llevar el dinero que correspondía a beneficiarios del programa Prospera, fueron emboscados por cuatro sujetos armados a bordo de un automóvil Volkswagen Bora, color negro. Los asaltantes dispararon contra los policías y tras sacarlos de la carretera los despojaron del dinero. Horas más tarde se confirmó que uno de los policías municipales, que resultó herido en el ataque, falleció cuando era atendido en el hospital regional de Entabladero. *** Flavino Ríos ya está en su hogar, donde deberá permanecer (salvo que sea requerido por el juzgado o haya una justificación médica) durante un año, mientras se desahoga el proceso en su contra. Quienes han estado cerca de él confirman que el estado de salud del exgobernador interino sí llegó a complicarse, por lo que sus traslados al hospital, y más tarde a su domicilio, al margen de las presuntas negociaciones, estaban justificados.
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