Alma grande.
Ángel Álvaro Peña.
 

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Municipios veracruzanos, epicentro de complicidad
2017-05-08

Falta menos de un mes para las elecciones del 4 de junio en Veracruz y pareciera que el PRI no esconde su preocupación por la pérdida de espacios.


Veracruz y el Estado de México, son dos bastiones del tricolor que parecieran ver perder. El primero, por primera vez gobernado por un partido diferente al PRI, y el segundo a punto de perder la gubernatura ante el avance de la oposición.


Pero en Veracruz la adrenalina de las elecciones apenas comienza. Hay 212 presidencias municipales en juego y la delantera en la gran mayoría de estas localidades la lleva un movimiento que como partido todavía no cumple los tres años. Como organización apenas y llega a los seis.


La costumbre de votar por el mismo partido derivó en costumbre inexplicable y degeneró en vicio. Ahí la dinámica del poder se enquistó en un espacio que no le pertenecía. La gente empezó a voltear hacia otros partidos, porque tenía otras necesidades. Experimentó con otras opciones porque surgían más inquietudes que conformismos.


Todo se movía, menos el partido que se había instalado en el poder y que extravió la brújula de la justicia social, de la sensibilidad humana y de la vocación de servicio. El único tiempo que entendieron fue el de una modernidad impuesta desde afuera y se olvidaron de las exigencias de adentro y ahora no saben por qué pierden las elecciones.


Pero en Veracruz, no sólo la inmovilidad del partido opacó las administraciones públicas, sino que de éstas surgen verdaderos hampones, que lo mismo se llevan el dinero de los jubilados que de los estudiantes y los maestros; de los enfermos, de los restauranteros. Todos desde el poder.


Veracruz en los últimos 12 años fue lugar de latrocinios sin fin, todos instalados en las siglas de un partido que está a punto de ser sentenciado a la derrota electoral. Y tiene en los principales municipios de la entidad sus más grandes pérdidas. Un ejemplo claro es Tuxpan, donde ese movimiento que empezó a merodear la conciencia de los mexicanos se instaló en las preferencias de la intención del voto y ahora en esa ciudad surge de las raíces sociales que otros gobiernos ocultaron y otros descuidaron un candidato de Morena que tiene las preferencias electorales y que pareciera que dentro de 25 días nada cambiará en las urnas.


Genaro Ibáñez Martínez, presidente del Comité Municipal de Morena, con arraigo en la localidad y un constructor de puentes entre la población y el resto del municipio y del estado, ahora arrasa en las preferencias de la intención del voto.


Según las encuestas de intención del voto en Xalapa, Morena va a la cabeza con 27.1 por ciento, con Hipólito Rodríguez Herrero como candidato; en segundo lugar, el partido Nueva Alianza con Nicanor Moreira Ruiz, con el 24.1 por ciento. En tercer lugar, la alianza PAN-PRD, con Ana Miriam Ferráez Centeno, con 16.6 por ciento y en cuarto lugar el PRI y su apéndice el Partido verde con 9 por ciento.


Así, como este ejemplo claro, el estado entero tiene características muy precisas en la manera en que ahora los veracruzanos ven su responsabilidad ante las elecciones del próximo 4 de junio. En Xalapa, un éxodo de priistas dejó prácticamente sin militantes la capital del estado. Nadie votó por los candidatos excepto la voz del fantasma de Javier Duarte.


En una lectura estatal de preferencia del voto, Morena encabeza también las intenciones de voto con 42.16 por ciento, seguido de el PAN-PRD, con 23.52 por ciento; luego PRI-Verde con 18.91 por ciento.


El estado sigue padeciendo el embate de los delincuentes dentro y fuera de la administración pública. Ahí están los huachicoleros que roban el diesel en Veracruz y en todas entidades por donde pasa el energético.


De 2011 al 2016 se reportó la sustracción ilegal de 755 mil 869 litros de distintos productos que son transportados en sus ductos, lo que generó un quebranto patrimonial de 6 millones 395 mil pesos.


Son problemas que tienen mucho tiempo de fortalecerse en Veracruz y estados vecinos. Son conflictos que ahora parecen incontrolables pero que surgieron y se fortalecieron a la sombra de gobiernos cómplices de esta extracción de diesel, principalmente en los ductos de Pemex.


Sin la complicidad de las autoridades el conflicto de los huachicoleros no hubiera podido convertirse en una fuerza importante que pareciera tener su propio ejército, porque en la batalla contra los militares de la Sedena, parece que éstos se han llevado la peor parte.


Las tareas de los soldados desde que el dipsómano de Felipe Calderón los sacó a las calles parecen no tener congruencia y se manifiestan a lo largo y ancho del territorio nacional de manera anárquica.


En la última década 48 mil 491 militares desertaron del Ejército, de los cuales 42 mil 98 lo hicieron en el sexenio de Felipe Calderón.


Cifras de la Sedena revelan que en lo que va de la administración de Enrique Peña Nieto han abandonado el servicio 5 mil 505 elementos.


Son índices muy altos, si tomamos en cuenta que un porcentaje desconocido va a engrosar las filas de grupos delictivos.


Problemas como éste en los que puede afirmarse que hay poblaciones completas que se dedican a ser huachicoleros, y hasta el propio presidente municipal está involucrado. Es decir, en la batalla electoral por ganar las presidencias municipales por donde el trazo de los ductos de energéticos tiene cruce, están los intereses de grupos delictivos que no se rinden hasta lograr sus objetivos.


El robo de combustible está tan arraigado en algunas comunidades y municipios de Veracruz, que no fácilmente permitirán que llegue un gobierno local que pueda y quiera erradicar esta práctica que afecta a todo el país.


Es así, como la lucha por los intereses ha impuesto el autoritarismo en los partidos políticos para imponer candidatos más cercanos a la protección de sus antecesores que a su trabajo en y para la comunidad.


Es decir, es en el municipio donde comienza la larga cadena delictiva que termina en impunidad al estar bajo la protección y vigilancia de las autoridades locales. Es por ello que el PRI y otros partidos se vieron en la obligación de nombrar candidatos a las alcaldías y sindicaturas, desde donde pudieran resguardar un negocio de muchos millones de pesos, en lugar de buscar el triunfo electoral en beneficio de la comunidad.


Lo que requiere el delincuente es tener gente incrustada en las presidencias municipales, desde donde pueda advertir sobre los operativos y el combate al robo de combustible. No es poco dinero el que está en juego, ni pocos los implicados, dentro y fuera de la administración pública, de las corporaciones policiacas, de Pemex y de muchas otras dependencias que de cambiar radicalmente el mapa electoral de Veracruz se verían descubiertos y, posiblemente, castigados… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.


 


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