Los políticos no deben olvidar los instrumentos de reactivación económica, tales como las inversiones en infraestructura, pero para nuestra desgracia, el actual gobierno estatal continua igual a los que le antecedieron, el cien por ciento de las energías y recursos financieros se direccionan a lo electoral.
Cierto, los resultados electorales del pasado 4 de junio, para renovar los 212 ayuntamientos de Veracruz, tiene muchas lecturas y origen del desastre del tricolor. Sin embargo todas las encuestas y opiniones de los expertos coinciden en la indignación social derivada de la corrupción sin freno de las dos últimas administraciones del gobierno estatal, lo que acertadamente refieren como la docena trágica. Otro de los factores que influyeron corresponde al ámbito nacional, las reformas estructurales que impulso el presidente Enrique Peña Nieto y su gabinete, sus frutos son amargos, especialmente para las entidades federativas productoras de petroleó, tales como Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche, su crecimiento del Producto Interno Bruto Estatal (PIBE) del año 2016, es negativo. Sin embargo para el caso de nuestro estado, esta realidad prevalece desde el 2013, con un PIBE per cápita en picada desde hace cuatro años. Uno de los impactos más importantes de esta situación es la falta de fuentes de trabajo con prestaciones sociales y la pobreza generalizada de la población. De acuerdo con tema en comento, recientemente los medio de comunicación publicaron que el país retrocedió seis lugares en el listado de competitividad del Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial (IMD) Suizo, elaborado por una de las más importantes escuelas de negocios del mundo, para quedar en el lugar 45 de un total de 63 países. México registró una de las mayores caídas a nivel global y además presentó el peor desempeño en América Latina. Conforme a la construcción del indicador global, lo que más influyo fue la corrupción gubernamental. El voto de castigo estuvo presente por este factor.
En este contexto, me recuerda la frase multicitada de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992, lo impulsó desde gobernador de Arkansas hasta la Casa Blanca, cuando se preguntaban por el eje principal del discurso del candidato: “es la economía, estúpido". George Bush padre, seguía inclinado a los éxitos de la política exterior estadounidense tales como el fin de la Guerra Fría o la Guerra del Golfo Pérsico, olvidando los problemas cotidianos y las necesidades más prioritarias de los ciudadanos estadunidenses. Esta estrategia de campaña, en mi humilde opinión la olvido Hillary Clinton y perdió ante el presidente actual de Estado Unidos (USA) Donald Trump con propuestas de corte racista anti mexicano y musulmán, con tintes de supremacía blanca y la promesa de recuperar fuentes de trabajo por parte de las empresas que emigraron fuera del territorio de USA, buscando mano de obra más barata para competir en el mercado internacional, entre otras mentiras. Pero la propuesta antes mencionada está totalmente vigente, los políticos de cualquier país o entidad federativa, no deben olvidar los instrumentos de reactivación económica, tales como las inversiones en infraestructura, pero para nuestra desgracia, el actual gobierno estatal continua igual a los que le antecedieron, el cien por ciento de las energías y recursos financieros se direccionan a lo electoral. Actualmente los resultados los tenemos a la vista, el empleo IMSS continua al nivel observado en el año 2012, entre otros males. Se desvanece la esperanza ciudadana de una mejora con el cambio.
Lo antes expuesto se fundamenta Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) que publica el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con información al mes de marzo del 2017, nos indica que la percepción de inseguridad de los veracruzanos de 18 años y más, radicados en las ciudades del puerto de Veracruz y Coatzacoalcos no han mejorado. Sigue el azote de la corrupción de nuestras autoridades encargadas de la seguridad, en lugar de ser la solución al problema, son parte de ella. Lo único que se aplaude en la cárcel para los saqueadores de las arcas públicas, su arrogancia era desproporcionada. |