Gobierno federal presume que en 2017 obtuvo un superávit primario, es decir, sin considerar el pago de la deuda, equivalente al 1.4% del PIB, lo que parece positivo y concuerda con el mínimo considerado necesario para frenar crecimiento del déficit y la deuda por calificadoras internacionales. Ese “logro” aparenta un reordenamiento de las finanzas públicas que permitió una disminución del déficit público al 1.1% del PIB, lo cual a primera vista es una buena noticia. Lo preocupante es que esa corrección no se basa en una reducción de los desequilibrios entre los gastos y los ingresos en las finanzas públicas, sino en la utilización de los remanentes de operación del Banco de México para disminuir los desequilibrios económicos del sector público federal. Esos remanentes o ganancias se generaron básicamente por la devaluación del peso. Las reservas de BANXICO, su principal activo, 172.4 mil millones de dólares a finales del 2017, aumentaron si las contabilizamos en pesos en aproximadamente un 50% en los primeros 5 años del actual gobierno. Con esos remanentes o ganancias, gracias a la devaluación del peso, el gobierno de EPN financió parte de su gasto y deuda excesiva. Sin contabilizar los recursos tomados de BANXICO, que no son generados por el sector público federal y representan el 1.5% del PIB, no hay superávit primario y el déficit en sentido amplio (RFSP), que presumen se redujo por primera vez en 10 años en 2017, sería de más del doble que el anunciado (2.6%). Las cifras “alegres” sobre las correcciones de las finanzas públicas no provienen de un cambio estructural hacia un equilibrio entre gastos e ingresos, que cayeron en 3.7% en 2017, sino de la utilización de las ganancias de Banxico por la devaluación del peso. Las reservas y remanentes de BANXICO fueron claves para presentar un superávit primario y un menor déficit, y no la prudencia, austeridad o correcciones en el gasto del gobierno federal. Paradójicamente, gracias a la devaluación del peso, provocada por las irresponsables políticas de gasto y déficit del gobierno, el mismo gobierno pudo presentar reducciones transitorias en su déficit y gasto excesivo. Esos logros virtuales, más que reales, son difícilmente sustentables para después de las elecciones del 2018 y en el 2019.
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