En nada ayuda al atribulado gremio que aspirantes a cargos de elección popular y funcionarios públicos se reúnan en privado, en lo oscurito, con periodistas y moderadores de opinión so pretexto de evitar el encono de sus contrarios.
El quinto asesinato de un comunicador en lo que va de este extraño régimen gubernamental caracterizado por la represión, ahogamiento financiero a la prensa establecida y venganzas personales obliga, sin embargo, a la reflexión.
A la urgencia de formar un frente común no quimérico, sino real en donde se coincida en lo fundamental: la defensa a la libre expresión de las ideas, el respeto al ejercicio periodístico, a la consagración constitucional de un salario mínimo profesional y a la definición obligada de acuerdos y convenios con los medios que garanticen su mercado mediático.
Y, lo más importante, a que el gobierno veracruzano sea el garante de la vida e integridad de los periodistas.
El asesinato del colega Leobardo Vázquez Atzín, quinto en la malhadada administración de Miguel Angel Yunes Linares y el 27 en los dos últimos lustros que nos coloca como la entidad más peligrosa para ejercer el periodista, obliga a la unidad como gremio.
No podemos permanecer de hinojos ante la autoridad asesina o cómplice que le vale madre la muerte de los periodistas en ese infausto día día en donde sales de tu casa por la mañana y no sabes si regresarán por la noche.
Los periodistas hemos sido criminalizados y calificados –como en el caso de este último de “taquero”- ¡Vaya cobardía!
También señalados como taxistas, como si ello desdorara al obligado a llevar sustento a sus hogares, o ligados a bandas criminales cuando en los hechos hay señalamientos concretos hacia políticos, ediles, caciques y gobernantes interesados en deshacerse de la peor manera de quienes le publican la verdad de su quehacer público.
Esa manera tosca de restarle importancia al asesinato de un periodista es la misma dinámica que impuso Fidel Herrera, la misma que siguió al pie de la letra Javier Duarte y la consecuente de este gobierno de Yunes Linares que desde el arranque no ha manifestado el más mínimo respeto por la prensa.
Y para los que vienen que ya se asoman en el horizonte sucede lo mismo.
A los aspirantes a suceder a Miguel Angel Yunes poco interesa o más bien es de su interés que no exista una prensa unida. Los Morenos no los necesitan por ir a la cabeza, para el aparato de poder que va en pos de una sucesión monárquica su prioridad es una prensa pulverizada caracterizada por dos que tres convenios, dos que tres chayotes que más parecen platos de lentejas y dos que tres mensajeros de la muerte.
Y al PRI, pues el PRI ni fu, ni fa.
No da color. Se deja llevar por la ola. No se mete en broncas. Se junta con todos y con nadie y a todos da por su lado. Y es que al no tener dinero solo ofrece promesas y una palmadita en la espalda a quienes se acercan en busca de apoyo, anhelantes de protección o refugio que aliente la esperanza de que la escalada un día llegará a su fin.
Ha sido muy largo el invierno de los periodistas.
Lo del periodista Leobardo Vázquez, presuntamente asesinado por sicarios de una autoridad edilicia ya identificada, es la gota que derrama el vaso.
A los periodistas abajo firmantes que condenan el asesinato, a las comisiones de Derechos Humanos local y de Washington, la Red Veracruzana de Periodistas y la condena internacional, se debe sumar la participación de los recipiendarios de la violencia, es decir, los periodistas veracruzanos.
Foros, encuentros públicos, protestas, manifestaciones, exigencias al Congreso y una cascada de notas y columnas serán siempre la mejor respuesta a un gobierno omiso que lo único que le interesa es perpetuarse al estilo de la peor dictadura bananera.
Hoy, por encima de las diferencias personales y de grupo, es el momento de presentar un frente común contra el gobierno abusivo que si bien antes se malocupaba en condenar de manera sesgada la escalada asesina, hoy solo deja a un empleado menor, el Fiscal, aclarar que el muerto no era periodista, solo un vulgar taquero.
Olvida el señor Yunes Linares que el estado es el garante de la seguridad de los periodistas, aunque sean taqueros o taxistas.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |