En el viacrucis del viernes, en cada una de las 15 estaciones, se habló de los malos gobernantes, de los rateros, de los que atentan contra los más pobres, del precario desarrollo social, entre otros temas.
Trataban de entreverar la pasión y sufrimiento de Cristo, con el de millones de familias mexicanas.
En el día más importante, el sábado santo, tras cada una de las siete lecturas, al reflexionarlas, se volvió a la estrategia de entreveramiento de los temas de dios y de los ciudadanos y ciudadanas.
Se fustigó la explotación de los recursos minerales por empresas extranjeras; la destrucción del medio ambiente ante las complacencias dijeron, del gobierno; del robo del erario público en detrimento del sector salud que, acusaron, termina en la muerte de mexicanos y de mexicanas que no tuvieron los medicamentos necesarios o los equipos médicos adecuados para ser atendidos a tiempo a causa de la corrupción.
Se hizo un llamado a la reflexión del voto. A dejar la tibieza y salir a votar.
Cuidando cada palabra, para no violentar la ley electoral, la iglesia católica dejó en claro que está enojada por la coincidencia de fechas.
Ya encarrerados, dijeron que no necesitamos gobernantes tibios ni mesiánicos. Que lo que requerimos, son hombres y mujeres en campaña, que hagan propuestas serias y que sean honestos.
Es claro que la ley y los plazos electorales no se rigen por los calendarios religiosos, ¿pero en verdad a nadie se le ocurrió que era buena idea un poco de sensibilidad para hablar con los jerarcas antes y evitar tal enojo?
Más allá del respeto a las creencias de cada quien, no pueden olvidar que la mayoría de los mexicanos profesan esta religión y quieran o no, representa un factor de decisión e influencia en su feligresía.
Aunque habrá que señalar que la mayoría de candidatos comenzaron hasta este domingo, justo por respeto, a la semana santa o por que todos estaban de vacaciones y nadie los iba a escuchar. |