A José Antonio Meade le cuestionaron su silencio ante la corrupción del partido que representa. Muy difícil para un candidato con fama de honesto hablar del tema cuando representa a un partido y gobierno considerados los más deshonestos en la historia moderna de México.
López Obrador, quien va a la cabeza en las encuestas, prefirió no contestar preguntas incomodas y limitarse a repetir las frases que le han funcionado. No aclaró las imputaciones de incongruente por tener en su equipo a quienes calificó de corruptos en su libro y el haber sido miembro del PRI con el gobierno de Salinas.
Anaya, dado como ganador por las encuestas serias, no en las que el PRI usa robots, como en las redes sociales, fue el mejor preparado con sus respuestas. Respondió bien a las acusaciones de deshonestidad. Culpó de facciosa a la PGR por acusarlo sin pruebas y a EPN de proteger a gobernadores corruptos del PRI. Citó el caso de Coahuila. Dijo que se detuvo a gobernadores corruptos donde hay alternancia, no donde el PRI sigue en el poder.
Fue un ejercicio democrático bien coordinado por Denise Maerker, Azucena Uresti y Sergio Sarmiento, quienes lanzaron preguntas duras e incomodas a los panelistas, como la del caso de la corrupción gobierno-Odebrecht, que solo en Venezuela y México han quedado impunes. |