En el futuro de Yunes Linares se visualiza un ominoso probable escenario, parecido al de su antecesor. Cuando hace dos años y por estas fechas anticipé lo que iba a ocurrirle a Duarte, hubo quienes me tacharon de fantasioso. Dije que dejaría la gubernatura antes del 30 de noviembre e iría a prisión. Su cumplieron los dos pronósticos al pie de la letra.
A Miguel Ángel le quedan dos caminos: uno, continuar como va, con flamígera espada desenvainada y sembrando odios, discordias y enemigos por doquier, sin importarle si éstos cobrarán o no las facturas en la primera oportunidad después de que entregue el poder. O, dos, dialogar, negociar, pactar una entrega-recepción tersa y civilizada como al parecer a nivel nacional se llevará a cabo entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
No hay de otra, a estas alturas ya se hubieran reunido Miguel Ángel Yunes y Cuitláhuac García, sin que ello signifique negociaciones ni acuerdos al margen de la ley… o impunidad.
¿Por qué no se han entrevistado? ¿Quién de ellos se niega a dar el primer paso? ¿Acaso ambos se resisten a verse frente a frente? ¿Por qué Peña Nieto y López Obrador sí platicaron y aquéllos no?
Si el que rechaza dialogar es Miguel Ángel Yunes, ¡aguas!, tal vez esté pavimentando su eventual camino a Pacho Viejo o hacia un reclusorio federal en el altiplano.
El hombre que como secretario general de gobierno operó, por instrucciones del entonces presidente Zedillo, el encarcelamiento de Dante Delgado; el que influyó y presionó para que Javier Duarte fuera procesado y capturado; el que ordenó enjuiciar y detener a Flavino Ríos, podría convertirse, después del primero de diciembre, en el cuarto ex gobernador de Veracruz en ir a prisión.
Recuérdese la existencia de expedientes en poder de la Procuraduría General de la República… y aquí mismo en el estado, muchos funcionarios y ex funcionarios entregarían gustosos las pruebas para imputarle delitos graves que lo conducirían derechito a la cárcel.
Hasta el último momento, Javier Duarte insistió en su inocencia y juró que ni renunciaría ni pisaría el reclusorio. Dante Delgado no midió las consecuencias de enfrentarse al presidente Ernesto Zedillo y fue a dar a Pacho. Flavino Ríos no imaginó que su efímero paso por la gubernatura lo pagaría con cárcel.
¿Será Miguel Ángel el cuarto ex gobernador veracruzano procesado y en presidio? |