En el equipo de campaña de Pepe, en cambio, han recobrado el optimismo del que carecían hace semanas. Afirman que el voto silencioso va para el de Perote, que miles de ciudadanos temen represalias por parte del gobierno estatal y por ello prefieren no revelar su intención.
Agregan que Pepe ya alcanzó al segundo lugar, pronto lo rebasará, empatará con el primero y al final triunfará. Es lo que comentan con renovado entusiasmo. De ser así, la batalla estaría a tercios. ¿Será?
Nadie en su sano juicio se atrevería en estos momentos a pronosticar de manera contundente e inobjetable una victoria segura de Pepe, Cuitláhuac o Miguel Ángel. Sería irresponsable.
Por más que haya quienes consideren que Yunes Márquez puede ganar porque cuenta con todo el respaldo político y económico del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, su padre.
O que la ola incontenible de López Obrador arrastrará inevitablemente a Cuitláhuac hacia la gubernatura.
O que a pesar del desprestigio del PRI, la confianza que inspira Pepe será suficiente para emerger como el tercero en discordia al capitalizar en su favor el antiyunismo azul y el antilopezobradorismo juntos. Sería la sorpresa.
Dicho lo anterior, para no emitir un pronóstico equivocado, es preferible esperar unos días más antes de revelar el nombre del futuro gobernador de Veracruz, con la pertinente aclaración de que esto es al margen de preferencia política, afecto personal o conveniencia de cualquier índole.
Expresaré con libertad mi vaticinio, de acuerdo a encuestas y sondeos directos realizados como reportero que soy. |