A mediados de agosto viajó a la Ciudad de México para entrevistarse con Fermín Montes Cavazos, coordinador de delegaciones de la Sagarpa, y en la charla Montes le dijo que “de arriba” le habían pedido su renuncia.
Extrañado por las formas Genaro no hizo preguntas y aceptó cumplir la orden.
¿Quién fue la persona “de arriba” que pidió la renuncia del naranjense con apenas seis meses en el cargo? ¿El titular de la Sagarpa, Baltasar Hinojosa? No. ¿Enrique Peña Nieto? Tampoco. ¿Alfonso Navarrete Prida? No. ¿Acaso fue Alejandro Montano? Menos.
Se especula que quien le metió zancadilla, fue un político veracruzano muy amigo de Legarreta.
Institucional como ha sido toda su vida, Ruiz Arriaga presentó su dimisión, pero casi se infarta cuando le dijeron que su relevo sería ¡Octavio Legarreta Guerrero!
Casi en lo oscurito, muy en privado y obviamente sin medios de comunicación, se dio el relevo de Genaro Ruiz. Relevo al que sólo asistieron los seguidores de Octavio Legarreta; una caterva de “lideres” de organizaciones fantasma que se han beneficiado, hasta hacerse millonarios, con los programas de la Sagarpa.
Estos sujetos ya se frotaban las manos con los recursos que se repartirán lo que resta del sexenio.
Pero… la de malas, chingá.
Resulta que el 9 de julio y como parte de la transición, la SHCP ordenó a todos los entes de la administración pública federal, suspender las contrataciones de plazas de carácter permanente, eventual y por honorarios, “a partir del próximo lunes 16 de julio”.
Octavio Legarreta fue regresado a la delegación de la Sagarpa el 20 de agosto, por lo que con base en la ordenanza de la SHCP su nombramiento es ilegal, no tiene status jurídico ni tiene manera de legalizar su cargo. De hecho, nadie le ha dado el nombramiento (porque legalmente nadie se lo puede dar) y por lo tanto es un usurpador.
Es decir, al nativo de Chihuahua le devolvieron la casa, pero no le dieron la llave; está viendo la caja de caudales pero no tiene la combinación.
Octavio Legarreta está invalidado para firmar cualquier documento oficial porque legalmente no es el delegado de la Sagarpa en Veracruz y como Genaro Ruiz presentó su renuncia, esa dependencia está acéfala.
Entonces ¿a qué regresaron a Octavio?
Existen dos versiones; la primera es para que reparta entre sus cuates los últimos y millonarios programas federales (previa jugosa comisión). Y la segunda, para que limpie su cochinero a fin de evitar futuros líos con la justicia.
Pero quien lo regresó al cargo olvidó (o nunca supo) la ordenanza emitida por la SHCP y ahora Octavio está en un verdadero brete.
Tan entrampado está que se regresó a México a ver qué puede arreglar por allá y dejó en la delegación a su operador de los billetes de siempre, un sujeto llamado Carlos Alberto Hernández Sánchez, que es quien parte el queso en la oficina.
Lo curioso (indebido e ilegal) es que, a pesar de no ser delegado, Octavio Legarreta dejó a este tipo fungiendo como Secretario Técnico. Esta es una posición muy importante en la delegación, pero el nombramiento es totalmente irregular, porque al igual que a Legarreta no hay forma de contratar a Carlos Alberto ni de pagarle. Pero ahí está enquistado.
Por el bien de los productores, pescadores, agricultores y ganaderos de Veracruz, sería bueno que el próximo titular de la Sagarpa, doctor Víctor Villalobos, ponga énfasis en el tema y ordene una auditoría a la oficina que por un tiempo regenteó Legarreta.
Personas que han estado cerca de este individuo, dicen que el próximo titular de la Sagarpa se espantará cuando se dé cuenta de la porquería que hay en la delegación de Veracruz.
bernardogup@hotmail.com
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