Fernando Gutiérrez Barrios duró en el cargo dos años y no obstante no haber ejecutado relevante obra pública, muchos ciudadanos no lo olvidan porque se condujo con sensibilidad y supo promover su imagen política.
Su sucesor, Dante Delgado, aprovechó los 4 años de su mandato para moverse por todo el territorio veracruzano e impuso más huella que si hubiese gobernado el sexenio completo.
Patricio Chrinos se caracterizó por su discreción, austeridad y honestidad. Y no heredó deuda pública a su sucesor.
Al entererarse que Miguel Alemán sería gobernador, infinidad de veracruzanos supusieron que por ser rico “no tenía necesidad de robar” y que el estado entraría en una era de prosperidad. Les falló el optimismo. Contrajo millonaria deuda.
El caso de Fidel Herrera Beltrán fue escandaloso. Populista y derrochador, parecía “rey mago” repartiendo dinero a manos llenas y favores al por mayor. Lo idolatraban en cualquier sitio que visitaba. Con la controvertida bursatilización hipotecó al estado durante quién sabe cuántos años.
Javier Duarte lo superó en dispendio y aumentó la deuda en miles de millones de pesos más. Prometió bajar los índices de pobreza en 50 por ciento y no cumplió.
Está por verse o confirmarse cómo quedan las finanzas estatales ahora que Miguel Ángel Yunes Linares entregue el poder. Ofreció reducir la inseguridad a la mitad y no pudo… o no quiso.
Las esperanzas de miles de familias están puestas en Cuitláhuac García Jiménez, quien viene con ideas nuevas y frescas, con reputación de hombre honesto y bien intencionado y enarbolando la bandera de la cuarta transformación del estado.
Es difícil prever cómo o cuál será su estilo personal de gobernar. Esperamos que sea el gobernador que Veracruz demanda y necesita.
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