--Se borrará el pasado priista y panista y a partir de la cuarta transformación se reescribirá la historia para que haya un antes y un después de López Obrador, el más querido, el mejor, el más honesto de los presidentes habidos en México.
--Gobernará con la Biblia en la mano y en el corazón, con referendos, conferencias diarias de prensa, revocación de mandato o consultas ciudadanas. Por decreto corregirá males y expulsará demonios.
--¡Ay de aquellos políticos traidores y de los que no se alineen, hayan votado a favor o en contra de MORENA! El presidente jamás se equivoca. Es infalible y perfecto. Se someterá a la revocación de mandato a mitad del sexenio y habrá de ser ratificado por unanimidad –ya lo decretó--, sin ningún voto en contra.
--Ahí se verá en 2024 si el pueblo decide que continúe o no en la presidencia.
--Lo más seguro es que, al constatar los mexicanos que AMLO ha cumplido lo prometido, que en México ya no existirá corrupción y que seremos una potencia mundial, le exigirán que se reelija y como el pueblo manda, aceptará continuar como presidente… tal vez vitalicio.
En los años 70 hubo un presidente, Luis Echeverría –todavía vive--, que no sólo soñó con el Premio Nobel de la Paz y con la secretaría general de las Naciones Unidas, sino con la mismísima reelección. ¿Por qué AMLO no aspiraría a servir más tiempo a México? Seis años son muy pocos. Parece ficción… y lo es. ¡Me canso ganso!
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