Usted dirá.
Roberto Valerde García.
 

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SEV-SUTSEM, maleducándonos
2019-03-15







Con sus honrosas excepciones, que son realmente pocas, las maestras y maestros en México y en Veracruz, son una mafia compuesta por incultos, haraganes, borrachos, golpeadores de mujeres y corruptos. Sí, esos son quienes “educan a nuestros hijos”.

Así como hoy “se combate a la corrupción”, también es apremiante dignificar nuestro sistema educativo y creo que debe hacerse en dos vertientes insalvables: la capacitación y la evaluación.


Sin embargo, a lo primero que se opuso la mafia magisterial en la Reforma Educativa que llevó a cabo Enrique Peña Nieto, fue precisamente a la evaluación. Buenos y malos, trabajadores y flojos, letrados e iletrados, los profesores se retorcieron como lombrices apenas supieron que la permanencia de su plaza iba a depender de exámenes periódicos que los obligaba a estudiar, a actualizarse, a ser mejores en el ejercicio de su profesión.


Debido a pactos políticos, esa pretensión quedó atrás, hoy los huev#$&... perdón, los mentores, respiran tranquilos y han retornado a su zona de confort, a la hamaca, tan campantes como siempre, total, que estudien y aprueben exámenes los alumnos, que a eso están dedicados.


Nuestra educación es un desastre, muchos planteles son como mini penales, escuelitas del crimen, porque hay desde discriminación, violencia física y psicológica, violaciones, pederastía, bulimia, anorexia, tabaquismo, alcoholismo, drogadicción, embarazos no deseados, vandalismo, hasta bullying. No importa que sea una primaria, una secundaria o preparatoria, en una comunidad rural o en la ciudad, en el turno matutino, vespertino o nocturno, en un colegio público o privado, sucede por igual, pero no toda la culpa es de los maestros, sino de los burócratas, alcahuetes y cómplices sindicatos magisteriales, de los que -al menos en Veracruz- existe más de una veintena.


En este entorno educativo podrido y hediondo, desde la bella Córdoba, la ciudad de los cafetos, la fundada por 30 caballeros y en la que por cierto me inicié como reportero en el Sol de Córdoba, ya desaparecido, me llegó información de un grupo de maestros con serios señalamientos de presunta corrupción y supuesto tráfico de influencias por parte de Patricia Reyes Diz, coordinadora de bachilleratos de la zona 4 que comprende los municipios de Córdoba y Orizaba.


Reyes Diz ha resultado toda una caja de sorpresas y se presume inamovible porque ese cargo en la Secretaría de Educación de Veracruz lo tiene por ser sobrina de Ricardo Diz Herlindo, secretario general del  Sindicato Unificador de Trabajadores al Servicio del Estado y del Magisterio (Sutsem).


Los quejosos, quienes solicitan el anonimato por temor a represalias, hacen un llamado al secretario de Educación en el estado, Zenyazen Roberto Escobar García y al gobernador, Cuitláhuac García Jiménez para que investiguen el posible tráfico de plazas de maestros por parte de la susodicha, quien a lo largo de ocho años en el puesto, habría tejido una telaraña que al parecer le ha permitido favorecer con plazas a sus familiares, así como vender otras tantas. Otro negocio que debe investigarse allá en la zona centro es la posible compra-venta, tráfico, de certificados apócrifos.


Sí, en efecto, los señalamientos son graves en contra de la funcionaria de la SEV en la zona Córdoba-Orizaba, quien por si fuera poco estaría correspondiendo a la protección que le brinda su tío, otorgando plazas y puestos clave a maestros que pertenecen al Sutsem, liderado por Ricardo Diz Herlindo, quien ha sido acusado por la Coalición de Pensionistas Independientes del Estado de Veracruz, de aprobar –como parte del Consejo Directivo del Instituto de Pensiones del Estado (IPE)-  la mayoría de los acuerdos que causaron el quebranto del Instituto.


A la sobrina “incómoda”, la coordinadora de bachilleratos en la zona 4, le atribuyen el presunto cobro de “moches” a escuelas particulares que incumplen con las normas de operatividad y se refieren en específico a un caso ocurrido en el Colegio Educativo Guillaumin de la Ciudad de Orizaba, donde se suscitó un hecho de bullying contra una alumna, quien ha tenido que soportar el acoso y discriminación de sus compañeros, pero los directivos de ese plantel hicieron caso omiso y aunque los padres recurrieron a la coordinadora, ésta se habría “arreglado” con los dueños del colegio particular para archivar este y otros casos similares, sin importar que las y los jóvenes de dicho centro educativo queden vulnerables, por otro tipo de intere$E$.


Cabe señalar que Patricia Reyes Diz, hace algunos meses habría sido retirada del cargo, ante las inconformidades en su contra, pero gracias al padrinazgo de su influyente tío, fue reinstalada en su puesto.


Los maestros quejosos, señalaron que el tráfico de influencias también es corrupción y se supone que en la Cuarta Transformación no hay cabida para los corruptos, que el nuevo sistema los vomita y confían en que el gobernador del estado tome cartas en el asunto, pero en caso contrario, adoptarán otras medidas de común acuerdo con padres de familia que ya no soportan tanto atropello, ni que la seguridad de sus hijos sea moneda de cambio para el Colegio Guillaumín, así como para la representante de la SEV. ¿Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra y que le entre al toro de frente?, ¿quién dijo yo?.


 









 
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