Adolfo Ramírez perdió el juicio.
No lo podía creer. De pronto se encontró con un escenario más oscuro que el peor de los que él se había imaginado.
El pasado lunes por la noche, a unos días de que se celebre la elección interna para definir al nuevo dirigente del PRI en Veracruz, se encontró con que su némesis, el más odiado –y a la vez temido- de sus rivales, marcha a la cabeza en todos los sondeos.
Pero eso no es lo más grave. Lo peor es que él ni siquiera está en segundo lugar. De cuatro contendientes, él marcha en la tercera posición.
Ya no aguantó más.
Convocó a una conferencia de prensa en el café La Parroquia del centro de Xalapa y ahí se desahogó. Acusó que “los dados” estaban cargados a favor de Marlon Ramírez y construyó una trama novelezca en la que identificó a la dirigente nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, como “la mano que mece la cuna” ¡y exigió su renuncia!
Horas más tarde, en reunión de los ocho candidatos (4 a la presidencia y cuatro a la secretaría general) con la dirigente estatal Lilian Zepahua y el delegado nacional del PRI Hugo Contreras Zepeda, el mal humor de Adolfo Ramírez llegó a niveles de histeria y en virtud de que nadie se sumó a su protesta (ni su compañera de fórmula, Silvia Domínguez) abandonó la reunión hecho una furia.
Adolfo Ramírez basa su inconformidad en irregularidades que dice haber detectado en el padrón de militantes que servirá como base para la elección que habrá de celebrarse el próximo domingo.
“Durante la revisión del padrón electoral, que debió hacerse hace tres meses y no ahora, hemos advertido que hay alteraciones en miles de militantes. El padrón ante el INE es de 157 mil militantes y el que nos dieron es de 160 mil (…) Estamos próximos a efectuar una elección interna en contra de la ley, porque nos han entregado un padrón apócrifo, manipulado y eso afectará a los candidatos y beneficiará a uno solo”, denunció.
No explicó cómo es que ese padrón favorece a un solo candidato (más adelante en la entrevista terminó poniéndole nombre: Marlon Ramírez), ni cómo es que él es el único que percibe esa manipulación.
Lo cierto es que las cuatro fórmulas participantes tuvieron acceso, desde hace un mes, al padrón de militantes que sería tomado en cuenta para registrar la votación del próximo domingo. Todos los contendientes utilizaron durante estas semanas ese padrón para ubicar a los militantes registrados y convencerlos de que los apoyaran.
Seguramente no es un proceso impecable (es la primera vez que el PRI en Veracruz elige a su dirigencia estatal mediante consulta a la base) pero las fallas que se puedan identificar afectan por igual a todos los aspirantes.
Pretender que se cambie el padrón a unos días de que tenga lugar la elección, es inviable y generaría aún más dudas.
El PRI y los órganos electorales tienen instancias para que Adolfo Ramírez conduzca sus impugnaciones, pero mientras eso sucede, él debe concentrar sus esfuerzos en recuperar el tiempo que ha perdido atacando al que va arriba.
Lo que ha provocado con su exabrupto es que aquellos grupos que habían considerado brindarle su apoyo, ahora lo estén reconsiderando.
En política, como en la vida misma, el que se enoja pierde.
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Epílogo.
A partir de que le declaró la guerra a Cuitláhuac García, el fiscal Jorge Winckler ha insistido en mostrarse ante la opinión pública como “la víctima”. *** Desde su solicitud de amparo contra la reforma a la Constitución local, hasta su defensa frente a las peticiones de juicio político, Jorge Winckler se ha vendido como el “eficiente servidor público que está siendo avasallado por el poder político”. *** La realidad, sin embargo, está mostrando el otro rostro del fiscal de Veracruz. El portal Imagen del Golfo publicó este martes el resultado de estudios realizados por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), y la organización independiente World Justice Project, en el que encontraron que la Fiscalía General de Veracruz resuelve apenas 2 por ciento de los casos que se le presentan, lo que ubica a esa institución como una de las más ineficientes a nivel nacional.
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