Un Veracruz que se ha transformado en tierra de nadie. Donde desde el delincuente más pequeño hasta el capo más poderoso han podido hacer de las suyas sin reparo alguno.
Para nadie es un secreto que la inseguridad se ha apoderado del día a día de los veracruzanos.
Ejecuciones a plena luz del día, en lugares públicos y lo más grave de todo, a personas inocentes… demasiado inocentes…
Y es que después de la masacre en Minatitlán, los ojos del país se posaron sobre la costa del Golfo, generando conmoción e impotencia en cualquiera que se enteraba del terrible suceso.
Lamentablemente, el gobernador, Cuitláhuac García, no supo responder ante esta matanza.
Muy lejos de posicionarse en contra de los delincuentes y más remoto aún de enviar un mensaje de empatía con los afectados, politizó la situación enfrascándose (una vez más) con el fiscal de esta entidad.
Triste y desdichado mensaje, el cual fue repudiado de manera masiva e inmediata.
Ante esto, el presidente de la república decidió venir a tierras jarochas a “calmar las aguas”, a tranquilizar a la población, pero su intervención tampoco fue atinada…
Su mensaje no se acercó ni un poco a algo que los veracruzanos pudiéramos agradecer, sino todo lo contrario.
«Cuitláhuac García es un gobernador inteligente, con convicciones y sobre todo, honesto…», fueron las palabras del mandatario nacional, entre otras tantas alabanzas y porras para su funcionario consentido.
No soy nadie para contradecir estas afirmaciones, lo que sí puedo garantizar, es que ninguna de esas aptitudes lo hacen un gobernante capaz y eso ha quedado demostrado en la corta administración que ha gestado el ingeniero García Jiménez.
Pero más allá de toda esta lamentable falta de sensibilidad y de capacidad política, mandó una pequeña luz de esperanza: seis meses.
Es el lapso con el cual el macuspano se comprometió con el pueblo de Veracruz para acabar con la violencia en la que cada vez más se sumerge este bello estado.
Ahora bien, les juro que yo soy el primero en querer creerle, porque aquí vivo, aquí vive mi familia, aquí viven mis amigos, mis conocidos, la gente que amo y que quiero.
Soy el primero en querer pensar que lo que dice el presidente es cierto y que podremos recuperar la tranquilidad que desde hace ya varios años no conocemos.
Pero existe un detalle que no es menor, la realidad…
Y ésta es que por mucho que el presidente prometa que en seis meses podremos estar tranquilos, él no gobierna aquí y quien lo hace no lo hace bien.
Hasta la fecha los veracruzanos no conocemos cuál es la estrategia del gobierno para frenar la delincuencia, es más, ni siquiera tenemos la certeza de que exista una.
Lo único que sabemos es que están esperando a la famosa Guardia Nacional, pero ¿mientras? ¿Qué vamos a hacer en lo que esto sucede?
Ya no podemos soportar otra matanza como la de Minatitlán. Ya no podemos resistir más ejecuciones afuera de nuestras casas, ¡prácticamente es una balacera al día!
Yo espero de todo corazón que, al menos por esta ocasión, Andrés Manuel nos cumpla.
Ya sabemos que en nuestras autoridades locales no podemos confiar, esperemos que en el presidente sí…
¿Y tú, Kime cuentas?
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