--Segundo escenario probable. Se equivocan rotundamente sus enemigos en los augurios, porque sí bajan los índices de corrupción en el gobierno, hay seguridad y fuentes de empleo en el país. Disminuyen los índices de pobreza y México es un mejor lugar para vivir. Hasta aquí esta somera prospectiva.
Regresando a la realidad, se le pasa la mano al presidente cuando arremete en sus declaraciones con todo el poder contra sus críticos, y también exageran los que no ven nada bueno en él. Los que emprenden o participan en campañas mediáticas y de diversa índole contra López Obrador. Esos que parecen desear que le vaya mal para poder exclamar: ¡se los dije!
Voté por AMLO y no me arrepiento. Ha cometido errores pero creo que corregirá los más importantes. Menos de seis meses en la presidencia es muy poco tiempo para descalificarlo. Esperemos.
Si el pueblo se equivocó al votar por Andrés Manuel López Obrador para presidente, ni modo. Hecho está. Son los riesgos de la democracia. Algunas personas que votaron por él, admiten no estar de acuerdo en todo lo que lleva a cabo el presidente y continúan otorgándole el beneficio de la duda. Insisten en que es mejor que los anteriores mandatarios y que mereció el triunfo sobre sus contendientes en las elecciones.
Narran ciertas crónicas no oficiales que en el siglo XIX había mexicanos que comentaban sotto voce:
--Pues anda por ahí un loquito que dice ser presidente de la república. Se referían al que a la postre sería el más grande de nuestros héroes nacionales, Benito Juárez.
De Lázaro Cárdenas se mofaban cuando se enfrentó a Plutarco Elías Calles.
--No sabe en lo que se mete. Es presidente pero el que manda en este país es el “jefe máximo”, Calles, y si no, vean lo que le pasó a Álvaro Obregón y pregúntenle en el más allá a Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.
En sí, López Obrador cuenta con el resto del sexenio para pasar a la historia. ¿Podrá? |