Hasta el momento de escribir esta columna, en la madrugada de este lunes primero de abril, el sondeo iba más o menos parejo o en empate técnico, entre los que afirman que López Obrador va bien o regular y los que aseguran que va mal. Allí están las respuestas de personas de carne y hueso. No son inventos.
Podrán expresarse una y mil críticas contra el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y en muchas acaso tendrán razón, pero es un hombre honesto y bien intencionado. Le falta experiencia y tal vez no ha sabido comunicarse con los ciudadanos como sí lo hace, y muy bien, el presidente López Obrador.
No es necesario ofrecer conferencias de prensa todos los días, pero acaso había de conversar con los periodistas cada semana o cada mes. O durante sus recorridos por el estado. O que de vez en cuando emita comunicados o boletines sobre los temas más relevantes.
En reuniones y pláticas que he sostenido con amigos y conocidos se preguntan qué obras ha inaugurado o qué medidas o acciones trascendentes ha tomado y nadie o pocos lo saben. Es la percepción de la sociedad.
En conclusión –y para quienes exigen mi opinión--, creo que 120 días son insuficientes para poder calificar a un gobernador del estado o al presidente de la república. E insisto, tanto Andrés Manuel López Obrador como Cuitláhuac García Jiménez son honestos y bien intencionados. Démosles más tiempo y si nos fallan, entonces sí votemos por la revocación de su mandato y sanseacabó.
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