DESDE EL MES de enero de este año, la inseguridad es un fenómeno social que no ha logrado disminuir. Es una mentira oficial que los índices de la delincuencia en todo el Estado de Veracruz, vayan a la baja cuando en realidad, existen suficientes evidencias de que es al contrario, se incrementan los delitos en todas sus manifestaciones y crece la percepción generalizada de que estamos viviendo una especie de terror.
La gente teme, vive con el Jesús en la boca y prefiere encerrarse a buena hora en sus hogares, aunque a decir verdad, este espacio tampoco goza de seguridad, porque ahora, la delincuencia se atreve a introducirse a las propias casas a cualquier hora, de cualquier día, haya o no personas dentro, pues en última instancia es lo que menos les importa, porque los valores del respeto a la vida, ya no existen.
Los gobiernos, por lo menos en Veracruz, ya no tienen la capacidad para detener la ola de asaltos, robos, secuestros, asesinatos, y violaciones, porque este compromiso gubernamental de garantizar la paz y la tranquilidad, se quedó, solamente en las promesas de campaña, bandera que han utilizado mucho y que les ha dado excelentes resultados, tal y como hemos visto claramente desde los tiempos fidelistas, duartistas, yunistas y ahora cuitlahuistas.
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La verdad de las cosas, es que la búsqueda del poder, es, solamente, para satisfacer intereses particulares, independientemente de las siglas de que se trate, pues el poder es uno y ese es el que obnubila la mente de cualquier gobernante o simplemente, de cualquier servidor público que tenga capacidad de mando. Ese es el problema de la mayoría de políticos que no logran vencer la tentación de hacer lo que les venga en gana, siempre y cuando sea para su propio bienestar, olvidándose por completo que fueron elegidos para servir y no servirse.
La más reciente generación de gobernantes en Veracruz, incluyendo, desde luego a la actual que solo lleva un poco más de seis meses de gobierno, no han movido un dedo, con absoluta firmeza, para detener el avance del enorme monstruo de la inseguridad. Ninguno ha puesto en operación alguna estrategia para combatir el crimen en todas sus manifestaciones y solamente se han convertido en representantes de un gobierno que prefiere dejar hacer y dejar pasar, como una cómoda forma de hacer transcurrir el tiempo hasta que concluya su mandato constitucional.
El pueblo, preocupado por esta situación que impera en todos los rincones del Estado, se volcó en las urnas electorales el pasado primero de julio, con el deseo de generar el cambio, prometido, por cierto, tanto en este gobierno como en el anterior, sin que a la fecha se hayan tenido resultados evidentes del debido cumplimiento de esta obligación. El cambio no llegó y hastiado, como está, el pueblo veracruzano, ya no quiere saber nada de la vida política de la entidad, al grado de que ya no le sorprende lo que diga el Gobernador, o cualquier otro funcionario de su gobierno, pues la credibilidad se ha perdido en poco tiempo.
No hubo cambio en nada y menos en el aspecto de la inseguridad, demanda más recurrente de los veracruzanos, porque saben perfectamente bien que sin tener tranquilidad, no hay manera de poder crecer y eso es lo que más daño está haciendo a Veracruz, ya que por esta razón es como se ha ido estancando el desarrollo y no hay manera de reactivar la economía hasta en tanto no haya plena garantía de seguridad.
Veracruz, se hunde y lo peor es que la soberbia, la prepotencia y la ignorancia de quienes gobiernan, no permite que acepten la ayuda, el consejo y la colaboración de quienes saben y de quienes, en general, integran la sociedad veracruzana.
Hay manera de salir adelante, pero para eso se requiere de unidad, de aceptación que hay fallas, que hay necesidades que resolver y que no todo es un paraíso como quieren verlo los que ahora, no acostumbrados a tener poder, no saben como hacerlo. La sociedad, estamos seguros, esta dispuesta a poner su grano de arena en esta gran cruzada que requiere el país, y el Estado, porque la inseguridad ya no es solamente una preocupación gubernamental, sino una preocupación general del pueblo.
Mientras tanto, las autoridades estatales tienen que comenzar por aceptar que la inseguridad se ha incrementado, que está afectando a todos los sectores de la entidad, que la delincuencia ya no respeta edades, condiciones económicas y hasta de salud, pues lo que importa es procurar satisfacer sus propias necesidades económicas y de sangre y que es necesario poner en práctica las mejores estrategias para la eliminación de este sombrío panorama que padece, principalmente, Veracruz.
La culpa no es de nadie en lo particular, es de toda la sociedad que no ha sabido conducir a las nuevas generaciones, es la culpa de los padres que no atendieron en su momento las necesidades de formación de cada ser humano que nace, crece y se desenvuelve en este mundo. Es culpa, finalmente, de cada gobierno que pasa, que no advierte a tiempo la necesidad de prevenir los delitos en general, consolándose a si mismos, con haber logrado satisfacer su propios intereses.
El problema, de verdad, es grave.
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ES UN ALIENTO PARA el gremio periodístico de la entidad veracruzana, que uno de sus representantes, haya vuelto nuevamente a su casa, sano y salvo, después de haber sido levantado y secuestrado por varias horas.
No se tienen datos precisos de cómo se llevó a caso su liberación, pues encontradas opiniones se han estado manejando y por lo tanto han evitado que haya una verdad única de estos hechos, aunque, como la gran mayoría coincide, lo importante es que no fue sacrificado como en otros casos suele hacerse con los críticos en el periodismo. No se sabe con exactitud qué fue lo que pasó, pero ya pasó y con resultado positivo, que finalmente, es lo que querían amigos, familiares y compañeros de trabajo, independientemente de lo que haya expresado la misma sociedad y de alguna manera, la parte oficial del gobierno en Veracruz.
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AHORA RESULTA QUE nace la posibilidad de que la obra cancelada de lo que sería el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, ubicado en la zona de Texcoco, podría reactivarse y bajo la responsabilidad de la iniciativa privada, quien podría tomar el mando de la construcción y apoyar, cuando menos en este sentido, al gobierno federal, pues se trata de un requerimiento que ya no podría esperar más, luego de que el actual aeropuerto de la ciudad, ya se encuentra rebasado por las necesidades del movimiento de pasajeros y por la estructura misma que ya no obedece a los nuevos lineamientos de los nuevos servicios aeroportuarios.
Se dice que, finalmente, se han aceptado los errores y que hay una nueva posición del gobierno federal, sobre todo, por las fuertes inversiones que se han hecho y que se espera hacer. La obra del NAIM, no se ha detenido, al parecer, porque tarde o temprano, serían avances para una pronta terminación, antes de que la capacidad del aeropuerto en funciones, lo demande.
Y no sería cuestión de reprochar, sino de aprovechar la buena disposición que aún existe entre los inversionistas, pues se trata de una obra de grandes dimensiones y con grandes avances tecnológicos que se requieren actualmente para la moderna aviación.
No hay nada seguro, pero ya el tema se retoma para una posible solución de este problema.
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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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