La competencia político-electoral será más justa y pareja. Cualquier ciudadano honorable estará en condiciones de participar sin necesidad de poseer millonadas.
Hoy sólo políticos que han robado del erario pueden financiar campañas con el dinero ajeno o buscan patrocinio de socios o cómplices ante quienes se comprometen a devolver la inversión con pingües dividendos, en perjuicio de la sociedad.
--Aporta lana para mi campaña y si gano, te doy obra. De acuerdo a lo que inviertas será el tamaño de la rebanada –pactan candidatos y patrocinadores.
Además, los moches son ganancia extra, la más jugosa. Porque siguen existiendo aunque se asegure lo contrario. Lo que no hay es obra pública en abundancia. Los contratistas confían en que pronto habrá y que desaparecerán los onerosos moches que en otros tiempos se dispararon hasta por el 30 por ciento del valor de la obra. Inaudito, pero simplemente se abultaba el monto y sanseacabó. Alcanzaba para todos.
Creo que el presidente López Obrador sí desea acabar con la corrupción pero no ha podido.
Está dando los pasos necesarios y le ponen mucha resistencia y grandes escollos en el camino.
En el caso de la iniciativa para disminuir el presupuesto a partidos políticos, hay férrea oposición. No se resignan a renunciar al negociazo.
El presidente López Obrador parece estar solito y su alma en la lucha contra la corrupción. Habla, critica, denuncia y promete. Todo se queda en palabras porque nadie lo secunda. No se acatan sus instrucciones y termina por quedar mal.
Ha cometido errores. También aciertos. Veremos si de veras se cumple el eventual recorte a los partidos y que lo que se ahorre se destine a generar empleos y apoyar a los pobres.
Imaginemos un ciudadano honrado y capaz como candidato a alcalde, diputado, senador, gobernador o presidente de la república que no requiera gastar millonarias sumas en compra de votos para ganar la elección.
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