Ahí está Santiago Nieto Castillo, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, quien por la naturaleza de su cargo, intimidatorio y “acalambrante”, aunado a la persecución que le ejercieron durante el sexenio de Enrique Peña, ha “escalado” en el organigrama federal, al grado de tener más cercanía con AMLO que varios Secretarios de Despacho.
Zoé Robledo tomó fuerza después de aceptar el arrebato del Presidente al encargarle las riendas del IMSS. Manejar el Instituto en las condiciones financieras (y de sometimiento) que se encuentra, sin contrapuntearse con los habituales “otros datos” de AMLO, no es nada fácil, y dicha tarea lo tiene en “la primera línea”, sin serlo de manera nominal.
El caso de Raquel Buenrostro, actual titular del SAT, es claro. Se encuentra en la “segunda línea” pero es tan “primera” como el mismo Secretario Arturo Herrera. Saltó de la Oficialía Mayor de Hacienda al SAT, para tomar la posición de otra consentida de AMLO que ahora despacha de Ministra en la SCJN: Margarita Ríos-Farjat.
En esta poderosa “segunda línea” de AMLO también se encuentra, (increíblemente), el titular del Insabi, Juan Antonio Ferrer, pues no cualquiera le toma esa “papa hirviendo” al Presidente, poniendo en riesgo el poco o mucho prestigio que tenga. Me dicen que el de Tabasco le agradeció a rabiar haberle aceptado el cargo, ¡y cómo no!
Alejandro Encinas, Subsecretario de Derechos Humanos en Segob; César Yañez, Coordinador General de Política y Gobierno, así como Alfonso Romo, Jefe de la Oficina en la Presidencia, son punteros también en esa “línea de ascenso”; los tres gozan no sólo de la consideración de AMLO, sino de la confianza para hablarle al oído, cosa que algunos Secretarios no pueden.
De acuerdo a fuentes en Palacio Nacional, varios preferirían estar en la “segunda línea” por esa paradójica cercanía con el Presidente. Otros tantos están mejor así, “nadando de muertito”, pero alimentando el currículum como Secretarios.
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