La justicia, claramente, no es el objetivo de esta campaña promovida con recursos del erario, sino la pirotecnia mediática que exacerbe el resentimiento de los seguidores de la “4t” y los mantenga activos, haciendo propaganda en favor de la “lucha contra la corrupción” de un gobierno y del movimiento del cual emergió que, en más de una ocasión, han sido exhibidos cayendo en las mismas prácticas que supuestamente “combaten”.
Conocida es, por otra parte, la proverbial intolerancia del presidente López Obrador y del régimen que encabeza no solo hacia la crítica social y periodística a sus decisiones, sino a la mínima discrepancia respecto de los deseos del líder de un movimiento que reacciona cada vez más como una secta fanatizada.
Si desde dentro alguien se atreve a cuestionar o disentir, es expulsado ipso facto, como se oficializó este mismo lunes con la salida de Víctor Manuel Toledo de la Secretaría del Medio Ambiente tras la difusión de audios en los que criticó abiertamente la farsa de la “cuarta transformación”. Si un organismo civil o un medio de comunicación señalan los vicios de los programas “estrella” del gobierno, son difamados desde la nueva “inquisición” de las “mañaneras” con medias verdades y mentiras completas, lanzando sobre éstos a todo el aparato gubernamental para intentar desacreditarlos. Así la libertad de expresión y pensamiento en tiempos de la “cuarta”.
Asimismo, el lamentable espectáculo ofrecido en la Cámara de Diputados en la víspera del arranque del tercer año de sesiones quedará inscrito con letras de inmundicia en la vida pública del país. Partidos como el PT y legisladores como Gerardo Fernández Noroña demostraron que los principios que supuestamente defienden son retórica de quinta, pues a la hora de buscar posiciones de poder son capaces de revolcarse en el mismo charco de heces con quienes hasta un minuto antes tachaban de corruptos y hasta de asesinos. Mientras que la voluntad de las urnas se subasta al mejor postor en la “casa del pueblo”.
Toda esa patética puesta en escena transcurre en medio de los delirios de un presidente que jura ser el segundo mejor del mundo, que se dice liberal y hace spots como de predicador evangélico, que asegura combatir la corrupción pero la justifica cuando los suyos son los protagonistas, que vende boletos de la rifa de un avión que no se va a rifar y que llega a la fecha de su segundo informe sin tener en realidad nada que informarle a los ciudadanos, más que la proyección de sus entelequias y espejismos.
La “4t”, de cuerpo completo.
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