Sin tacto.
Sergio González Levet.
 

Otras entradas
2020-09-23 / ¡Somos perfectos!
2020-09-21 / Fernando y la apertura
2020-09-18 / La sucesión de Sarita /2
2020-09-17 / Álvaro Belín /2
2020-09-16 / Álvaro Belín (y Bricio Rincón) /1
2020-03-09 / La marcha de las mujeres
2020-02-11 / ¡Ópera en el Carnaval!
2020-01-31 / RTV en peligro
2020-01-27 / Y ahora, los topes
2020-01-14 / Y la salud, ¿cuándo?
 
.
Antonio Cisneros, poeta /2
2020-09-24

Ya hace unas semanas puse unos poemas de este poeta para olvidar (para olvidar nosotros nuestras penas de la pandemia, no para olvidar al poeta), nacido en Lima, Perú, en 1942, y muerto hace ocho octubres de tanto fumar, lo que le provocó un cáncer de pulmón que se lo llevó a la tumba como a George Harrison, el beatle místico y profundo.


     Perdonarán que ponga otra vez a un autor que ni veracruzano es, pero la calidad de su obra nos da la licencia (¿poética?) para que nos perdamos leyéndolo con ganas de perdernos de las inseguridades de la pandemia mayor, la del coronavirus, que debería irse a Chihuahua a un baile.


     Es chistoso que Antonio Cisneros (nada que ver con el secretario Eric L. Cisneros) estudió en escuelas, colegios y universidades católicas y terminó, como muchos, ateo y comunista. Pero ése es otro cuento.


     Por lo pronto, ahí se los dejo. Ojalá que les alegre el rato.


 Réquiem (2)


 i.m. Hans Stephan


 No el muro lateral ni el cielo blanco,


los gorgojos al fondo


y la ruda tan densa. No al final


de todas las visiones.


No el gajo de limón en los pantanos


o el tufo del carburo.


No el fofo bamboleo del mosquito


donde empieza la selva


y la gran confusión.


Más bien el rostro amado,


esos poros pequeños, piel de playa


y brillos de salmuera en el poniente.


Un aire muy ligero, sin frituras,


la cama bien tendida,


las rodillas holgadas,


la manta leve y fresca.


Las uñas cortas de la mano amada


sobre el lomo en pavor de los rebaños.


Kyrie eleison


Christie eleison


Kyrie eleison.


Un ciervo azul y calmo como el hielo


sea certeza de la resurrección.


 


Taberna


 En las tinieblas los cuerpos envejecen


sin que nadie repare en el escándalo.


 Un rostro amable y terso se confunde


con los belfos que van hacia la muerte.


 Por eso somos hijos de la noche


a la puerta del templo. Un lamparín


 es también el anuncio de reposo


para los cazadores extenuados.


 Una taberna, por ejemplo, es en la noche


el frontispicio de las maravillas.


 O al menos una luz en las colinas


donde rondan los perros salvajes.


 Nadie teme a la muerte adormecido


en su mesa de palo y sin embargo


 entre los altos vasos apacibles


se enfría el corazón con la insolencia


 (y el encanto tal vez) de un tigre adulto


en la plaza del pueblo a pleno día.


 Ninguna confidencia en verdad nos degüella.


Ni la risa recuerda a un jabalí


 de pelambre dorada y fino precio.


El páncreas es un campo de ciruelas.


 Los diablos apagan la linterna.


Aguardan (como suelen) donde cesa la luz.


 sglevet@gmail.com

 
Regresar a la Página Principal
Aviso de Privacidad
 
Comentarios
 
En Política al Día nos interesa tu comentario, es por eso que creamos este espacio para tí. Aquellos mensajes que contengan un contenido vulgar, difamatorio u ofensivo, serán eliminados por el administrador del sitio. Leer normas y políticas