Decía también que la cifra era pequeña, irrisoria para algunos, pero lo que le importaba no era el monto sino la intención gubernamental de tomarlo en cuenta y hacerle llegar unos centavos para su manutención… bueno, para parte de su manutención… bueno, para una parte ínfima de su gasto personal… bueno, para ¡un cacahuatito!
Y los cumplió, y lo cumplió.
Llegó el día soñado en los últimos días de junio de este año terrible y tormentoso que no se quiere terminar, escuchó los acordes familiares endulzados con las dulces voces de su hija y su esposa: “Éstas son las mañanitas que cantaba el rey David…”, agradeció, se levantó y se dirigió presto a la oficina en donde apuntan a los beneficiarios del Programa 68 y más, que se otorga a todos los mexicanos que hayan logrado la hazaña de tener esa edad.
Llegó, entregó sus papeles a la amable señorita que los recibía atrás de una computadora y ella le dijo que le faltaba un comprobante de domicilio. No desfalleció nuestro héroe ante la nueva prueba, regresó con rapidez a su casa, echó mano al papel y terminó depositándolo junto con los otros que le solicitaban, para por fin entrar a la lista de quienes reciben limosnas, dadivas, apoyos o aportaciones de la Cuatroté.
Le dieron a cambio un papel y le dijeron que debía esperar más de tres largos meses: los pocos días que le restaban a junio, todo julio, todo agosto y todo septiembre, y que en los primeros días de octubre debía darse una vuelta por la misma oficina, ¡para ver si habían aprobado su solicitud!
¿Ven todo lo que lleva esperando nuestro protagonista? Pues así nosotros tendremos que aguardar a mañana para conocer el desenlace de esta historia, pues el espacio que diariamente nos concede NOTIVER se terminó por esta ocasión.
sglevet@gmail.com |