Sin tacto.
Sergio González Levet.
 

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68 y más… ¿o menos?
2020-10-23

Tengo un buen amigo -bueno no es el gran chiste, porque todos tenemos un amigo así en la vida- que esperó pacientemente a cumplir 65 años, y durante los meses anteriores a esa fecha se la pasó comentando que cuando llegara a esa edad prodigiosa (un año más que los fabulosos 64 años de McCartney y Lennon) iría a apuntarse en el programa 65 y más, con el que el Gobierno de la República desparramaba dinero sobre los valientes mexicanos que lograron superar tal cantidad de años vividos.


Bueno, pues cumplió 65 y cuando llegó a apuntarse le dijeron que no, que el Gobierno de López Obrador había cambiado el programa y ahora iba a ser de 68 y más.


     La desilusión del pobre hombre maduro fue grande, pero no mayor que su entusiasmo, pues trocó la tristeza por la promesa hecha a sí mismo de que el día que cumpliera 68, apenas le terminaran de cantar Las Mañanitas en su casa, se iría presto a anotar en la Secretaría de Bienestar, para por fin cumplir su sueño de recibir, mondos y lirondos, poco más de 2,600 pesos cada dos meses.


     Decía también que la cifra era pequeña, irrisoria para algunos, pero lo que le importaba no era el monto sino la intención gubernamental de tomarlo en cuenta y hacerle llegar unos centavos para su manutención… bueno, para parte de su manutención… bueno, para una parte ínfima de su gasto personal… bueno, para ¡un cacahuatito!


     Y los cumplió, y lo cumplió.


     Llegó el día soñado en los últimos días de junio de este año terrible y tormentoso que no se quiere terminar, escuchó los acordes familiares endulzados con las dulces voces de su hija y su esposa: “Éstas son las mañanitas que cantaba el rey David…”, agradeció, se levantó y se dirigió presto a la oficina en donde apuntan a los beneficiarios del Programa 68 y más, que se otorga a todos los mexicanos que hayan logrado la hazaña de tener esa edad.


     Llegó, entregó sus papeles a la amable señorita que los recibía atrás de una computadora y ella le dijo que le faltaba un comprobante de domicilio. No desfalleció nuestro héroe ante la nueva prueba, regresó con rapidez a su casa, echó mano al papel y terminó depositándolo junto con los otros que le solicitaban, para por fin entrar a la lista de quienes reciben limosnas, dadivas, apoyos o aportaciones de la Cuatroté.


     Le dieron a cambio un papel y le dijeron que debía esperar más de tres largos meses: los pocos días que le restaban a junio, todo julio, todo agosto y todo septiembre, y que en los primeros días de octubre debía darse una vuelta por la misma oficina, ¡para ver si habían aprobado su solicitud!


     ¿Ven todo lo que lleva esperando nuestro protagonista? Pues así nosotros tendremos que aguardar a mañana para conocer el desenlace de esta historia, pues el espacio que diariamente nos concede NOTIVER se terminó por esta ocasión.


 


sglevet@gmail.com

 
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