La lideresa natural de su partido, Rocío Nahle, aunque formalmente ha de marcar su distancia de Morena el próximo domingo, como se acostumbraba decir antes en el priismo ya le dio su bendición.
“El compañero y amigo José Luis Lima tiene sus legítimas aspiraciones dentro de nuestro movimiento en Veracruz. En estos meses de transición nos apoyó incondicionalmente y le agradezco su disposición; los mejores deseos en la búsqueda de su nuevo proyecto”.
Lima se va por la puerta grande. Lo despide bien del cargo la jefa política de Veracruz y de su partido. Debieron haber dialogado y acordado primero y dar la noticia en forma simultánea, haciendo público el texto de renuncia y anunciando prácticamente su candidatura.
No sé, al menos no recuerdo, que un nuevo secretario de despacho renunciara y le renunciara a quien lo nombró en el cargo, aún antes de tomar posesión. En el priismo eso no era posible porque se aplicaba la regla no escrita de la política de que al presidente o al gobernador no se le renuncia, nunca; se cometía apostasía si alguien lo hacía y le esperaban por lo menos seis años de destierro del paraíso del poder.
Hecho inédito, pues, para la historia política del estado. Con ello, Rocío empezó a imprimir su sello personal pero también como nueva gobernante, a decirle a los suyos quién manda, y que serán candidatos o candidatas a alcaldes o a alcaldesas quienes ella decida.
Administró bien la escasez
Siempre opiné que Lima Franco era uno de los pocos puntales del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez. Con todos sus asegunes, administró bien la escasez y tuvo la habilidad para cruzar por el pantano del subsecretario Eleazar Guerrero Pérez sin manchar su plumaje y para no confrontarse, por culpa de él, con el gobernador, al menos no que se supiera públicamente.
Amigo y conocido de Cuitláhuac García Jiménez desde que se conocieron en Europa estudiando, no titubeó en decir no y poner distancia del gobernante cuando advirtió que lo podía involucrar, y a la dependencia a su cargo, en el delicado tema del manejo de 300 millones que, según confesión del propio ya casi exgobernador junto con la fiscal general del estado, Verónica Hernández Giadáns, “encontraron” escondidos en la propia Fiscalía.
José Luis negó que el dinero hubiera ingresado a la Secretaría de Finanzas, por lo que su destino sigue siendo un misterio, aunque Cuitláhuac y la fiscal se habrían quedado con él, pues desde el 31 de enero de este año cuando el gobernador reveló el cuantioso hallazgo, nunca informó a dónde había ido a parar la suma y solo porque sabe que este viernes los diputados de oposición le van a preguntar sobre el tema cuando comparezca en el Congreso local, apenas el pasado día 21, ¡diez meses después!, se sacó de la manga, sin ofrecer una sola prueba, que el dinero se asignó a obras de infraestructura de la Fiscalía General del Estado.
A diferencia de noviembre de 2016, cuando el gobierno de Javier Duarte no dejó dinero para hacer frente a los compromisos de fin de año y el nuevo gobernador Miguel Ángel Yunes Linares declaró a Veracruz en “emergencia financiera”, Lima Franco dijo el pasado 13 de noviembre que estaban garantizados los 10 mil millones de pesos para cumplir con los pagos de sueldos y aguinados a la burocracia y cubrir otros compromisos.
De alguna forma, pues, lo premia la gobernadora entrante luego de que por cinco meses fue el secretario de Finanzas de su gabinete aunque todavía sin entrar en funciones, pues lo había ratificado en el cargo el 26 de junio.
(DE LA COLUMNA "PROSA APRISA")
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