AUNQUE habrá muchas personas que no olviden este año que termina en unas cuantas horas, porque consideren que les trajo cosas muy buenas, como suele decir la letra de una canción muy popular, la verdad de las cosas es que para la mayoría de los mexicanos, y en especial para los veracruzanos, el transcurrir de estos trescientos sesenta y cinco días, fue una etapa sumamente complicada.
Si bien, la pandemia comenzó a generar sus efectos nocivos en el mes de marzo, la población ya venía sufriendo serios problemas económicos desde el año pasado, es decir, el de dos mil diecinueve, porque muchos trabajadores ya se habían quedado sin trabajo, por los efectos, también, de la otra pandemia, así calificada que consiste en la famosa cuarta transformación.
La falta de empleos que se reflejó unos meses después de haber llegado esta nueva administración federal y estatal, para el caso de los veracruzanos, complicó mucho la vida de todos, pues en el final del año pasado, ya no había dónde trabajar y quienes aún conservaban su empleo, vivieron momentos de grandes angustias, porque no sabían en qué momento podrían ser despedidos. La mayoría comenzó a buscar alternativas para subsistir, ya que sus ingresos fueron reducidos en el primer paso y después, de plano, los dejaron sin trabajo. Se trataba en esos primeros meses de este gobierno, de implementar nuevas medidas económicas y aplicando el famoso programa de la austeridad republicana.
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Vinieron más tarde otros problemas, quizá también muy serios, porque comenzó a faltar la asistencia médica y las medicinas que eran prioritarias para conservar la salud. El mismo Instituto Mexicano del Seguro Social, comenzó a resentir la falta de medicamentos que eran parte del cuadro básico y los demás nosocomios ni se diga, porque siendo públicos no tenían muchas veces ni la medicina más fácil de conseguir, porque se inició un ajuste económico que permitió al gobierno reducir los gastos en materia de salud. Lo más difícil de aceptar fue la suspensión de los tratamientos del cáncer en los niños, así como la escases de los medicamentos especializados para tratar esta enfermedad.
Los caprichos en la forma de gobernar, fueron los primeros obstáculos para que el país pudiera seguir adelante en su propósito de desarrollarse. Vinieron también los proyectos presidenciales y con ellos una serie de inversiones mal calculadas que le dieron en la torre a todo el sistema económico del país, lo que a la fecha resiente en toda su dimensión.
Pero, volviendo al año dos mil veinte que hoy termina, casi todos los habitantes de este país, quisieran que las horas transcurrieran vertiginosamente, pues todos, de alguna manera, quieren salir de este espacio cíclico en que han visto retrocesos, angustias, violencia, pobreza, muertes inesperadas por la pandemia que ha sido el factor más importante de todo este desastre en el mundo y particularmente en México, y Veracruz. Nada pues, qué agradecerle a este año, salvo que la mayoría sigue viva y eso, sí, eso si vale la pena destacarlo.
Todavía en los últimos momentos de este dos mil veinte, se siguen contando lamentables fallecimientos por el coronavirus, una lista que se ajusta todos los días y que parece interminable. Un gobierno que solamente parece quedarse observando el escenario, pasmado, espantado, sin saber, todavía, qué hacer, esperando que la vacuna, se convierta en la famosa esperanza de México, porque la otra, de plano falló estrepitosamente.
La única esperanza que vale la pena considerar es la de millones de mexicanos, que ante la desgracia, están prestos para salir adelante, aún con todos los obstáculos que les pone la vida y que les pone este gobierno, que por lo visto, en lugar de ayudar interfiere en los propósitos de todos, pues utilizando un sistema absolutista, no permite que otros piensen diferente ni trabajen por su cuenta en busca de su propio futuro.
Sin embargo, a pesar de todos estos problemas, de todos estos padecimientos, dejando atrás todo aquello que impidió en estos doce meses, lograr el debido cumplimiento de sus caros anhelos y propósitos de bienestar, de haber vivido, como ya hemos comentado, un año sumamente complicado, queremos desde la redacción de esta columna, desear profundamente que en el próximo año que comenzará en unas cuántas horas, se concluya con los efectos de la pandemia y que libere del encierro obligado para la preservación de la salud, a todos los seres humanos del mundo y de manera especial a los mexicanos y veracruzanos, que estando sanos puedan salir adelante y luchar por un mejor gobierno que garantice un mejor futuro para todos.
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TIEMPO DE AGRADECER.
HOY MÁS QUE NUNCA y al hacer el balance de este año que termina, cabe el momento de la reflexión sobre todo lo que hicimos y de todo aquello que no lograron concretar, pero ante todo, agradecer por lo que ha quedado plasmado en el diario quehacer de este oficio, principalmente, a quienes nos permitieron que nuestro trabajo pudiera publicarse en las páginas reconocidas de diversos portales, amigos de siempre que no han puesto objeciones a nuestro pensamiento y que respetando la libertad de expresión, insertaron permanentemente esta columna.
Aquellos, que por alguna razón dejaron de hacerlo o que vieron en nuestras entregas la posibilidad de que pudiéramos perjudicar sus intereses, queremos decirles que entendemos plenamente su posición y que al contrario, reconocemos su honestidad, al dejarnos fuera de sus medios de comunicación.
A todos nuestros lectores, gracias por toda su comprensión.
A todos los técnicos y redactores de los portales, nuestro profundo agradecimiento por sus atenciones en este año que concluye. Volveremos, pues, si otra cosa no sucede, en los primeros días del año nuevo.
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CERRANDO EL AÑO.
HACIENDO ALGUNAS CUENTAS, nos hemos notado que al final de este año, ya hemos escrito, por lo menos, ocho mil columnas políticas, que se traducen también en unas veinticuatro mil cuartillas con temas relacionados con el quehacer público y político.
Lo hemos hecho con el propósito de establecer un pequeño enlace con la sociedad, la que espera siempre enterarse de lo que se analiza y se comenta en relación con la actuación de la clase política que es la que mueve, de alguna manera, el destino de esta nación, quienes de manera acertada o equivocadamente, como también suele suceder, van construyendo el futuro de México.
Los ciudadanos, solamente, conceden este privilegio a todos aquellos políticos que mediante el voto, llegan a encabezar los gobiernos municipales, estatal o federales.
Seguiremos en nuestro propósito, siempre con el permiso y la comprensión de todos ustedes, que son nuestros lectores.
Por esta vez, cerramos el año.
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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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