Tanto Irma Eréndira como John parecía que estaban empeñados en estirar la cuerda al máximo, para ver hasta dónde aguantaba el Presidente.
Así se entienden sus declaraciones fuera de lugar, los pleitos gratuitos del gringo con otros personajes de la Cuatroté y la entecada obsesión de poner como candidato a Gobernador por Guerrero al hermano y cuñado Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros.
¿Qué habrá hecho la parejita atómica para ser echada de tan mal modo?
Ni las cuantiosas propiedades que fueron reveladas por la prensa seria y crítica fueron motivo para que Andrés Manuel tomara medidas en contra de quien, por su posición en el gabinete, debía ser pura y blanca, prístina, ante la ley y la opinión pública.
Pero no, los Ackerman-Sandoval resultaron unos pillos de marca que habían acumulado una fortunita inexplicable ante sus sueldos modestos de profesores universitarios.
Véase que su lopezobradorismo fanático los llevó a hacer actos injustificables, todo para salir de la clase media tan odiada por el Patriarca.
¡Pero ellos salieron hacia arriba! Y más que querer ser austeros como el señor Jesús (y el otro) le tiraron a ser como los ricos que no van a caber en los cielos, el de la Biblia y el de la Cuatroté.
Lo bueno para la atribulada simpatía popular del Presidente, es que se quitó de encima a estos dos personajes, que se dejaron contaminar por la ambición y la soberbia.
Salidos los primeros dos, hay una larga lista de espera en la que están todos los que piensan que son o pueden ser presidenciables. Lo que o han alcanzado a entender es que el zorro que domina la escena se está descartando de todos sus ases, hasta que solamente le quede su propia mano sin naipes para ofrecerla en 2024.
Ya veremos ir cayendo a unos y permaneciendo al otro.
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