Sus fundadores migraron hacia otros rumbos. Cuauhtémoc y Porfirio se decepcionaron del partido del sol azteca y lo abandonaron. Ifigenia y López Obrador también partieron y se llevaron a la mayoría de los perredistas para darle vida a Morena.
Otro partido en riesgo de extinción es el Revolucionario Institucional, cuya capacidad gatopardista le ha permitido sobrevivir por más de 90 años. Después de haber mantenido la hegemonía más que ningún otro partido en el mundo, es hoy un minoritario más, aunque tiene incrustado en la presidencia de la república a uno de los suyos, el ex priista López Obrador.
El PRI también se juega su futuro en el apoyo o rechazo a la reforma eléctrica. Algunos analistas sugieren que si los priistas votan a favor de la iniciativa de AMLO, habrán cavado su tumba. Sin embargo, ya antes le han pronosticado su final y, como ave fénix, ha resurgido de sus cenizas. No lo den por muerto.
En cuanto al PRD, si de veras rompe paradigmas y su presunta transformación es de fondo, tal vez recupere la credibilidad y fuerza que lo mantuvieron como uno de los tres partidos políticos más importantes de México. Si sólo aparenta el cambio para continuar igual, caminará directo al precipicio.
Existen demasiados partidos. Este año desaparecieron los siete que obtuvieron registro (3 nacionales y 4 estatales). De todos modos recibieron miles de millones de pesos provenientes de nuestros impuestos.
A nivel estatal se salvó “Fuerza por México”. |