3.- Aumentará la inseguridad. No ha menguado la violencia a pesar de la pandemia.
4.- Se incrementarán el desempleo y el número de pobres. La economía seguirá deprimida. La gente también.
5.- El alcalde Ricardo Ahued no incurrirá en subejercicio presupuestal, ni regresará dinero de Xalapa a la Secretaría de Hacienda como sí lo hizo Hipólito Rodríguez. Eso esperamos.
6.- El gobernador Cuitláhuac García continuará en el cargo aunque muchos desearían verlo renunciar o pedir licencia. Cuenta con el respaldo presidencial –palabra de López Obrador desde el púlpito de Palacio Nacional.
Vayamos ahora a la última predicción, no profecía, líbreme Dios de tal blasfemia. Amantes de lo esotérico me aconsejaban contactar y consultar en el más allá a los presidentes Francisco I. Madero y Abraham Lincoln, aficionados al espiritismo y otras cosas raras, para rogarles su orientación y no equivocarme. Ignoré el místico sarcasmo y aterricé en cuestiones más mundanas.
El legendario activista y sacerdote católico Alejandro Solalinde acaba de expresar una genial puntada. Afirma que López Obrador está siguiendo las enseñanzas de Jesús al ayudar a los pobres. Y por eso percibe en Andrés Manuel “rasgos muy importantes de santidad”.
Y como AMLO propuso en el Consejo de Seguridad de la ONU un plan para ayudar a los pobres, indagué aquí y allá para sopesar las probabilidades de éxito de esta brillante iniciativa.
Pues bien, tomando en cuenta lo anterior, he aquí la multicitada predicción para desencanto de unos y beneplácito de otros:
7.- “Dicho con todo respeto” –es palabra de López Obrador--, no obstante sus rasgos de santidad, su similitud con Jesucristo y su revolucionaria idea para apoyar a los pobres del mundo, AMLO no será canonizado ni elegido Papa. Tampoco recibirá el Premio Nobel de la Paz. Amén. |