La meta de todo buen político mexicano es conquistar la presidencia de la república… o la gubernatura de su estado. El sueño guajiro de la mayoría de los presidentes es la reelección o la prolongación del mandato más allá del sexenio. Salvo honrosas excepciones --que sí piensan en México y en la historia--, confirmando la regla, quienes lo nieguen, o mienten o no son verdaderos políticos.
AMLO ha reiterado su decisión de no reelegirse. Esto significaría exactamente lo contrario. Si la Constitución lo permitiera, tendría probabilidades de reelegirse. Cuenta con el respaldo de las fuerzas armadas –les ha otorgado más concesiones que anteriores presidentes-- y con el apoyo de millones de mexicanos pobres que votarían a ojos cerrados por él. Tentación latente.
¿Recuerdan al gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, quien con la llamada Ley Bonilla pretendió ampliar su período de 2 a 5 años y la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo impidió? ¿Su audaz intentona sería motu proprio? Va el angelito para subsecretario de Gobernación de AMLO.
¿Y la Ley Zaldívar? Se incluyó en las reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial y a la Ley de Carrera del Poder Judicial de la Federación, impulsadas por López Obrador. Ampliaba por dos años el período del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar.
Ninguna de estas leyes prosperó. Si hubiesen sido aprobadas --y después del resultado de la revocación--, júrenlo que se habría desatado una incontenible avalancha inducida desde la cúspide del poder para prolongar el mandato presidencial. Perece locura… ¡y lo es!
Aplaudo las pensiones para adultos mayores y otras atinadas acciones de AMLO. También señalo y denuncio errores que ha cometido. Nunca apoyaría ni revocación ni reelección. |