De por sí es peligroso acudir a realizarse las pruebas por el alto riesgo de contagio. Van muchos con visibles síntomas de la enfermedad y pueden esparcir el virus. Se observan con desconfianza unos a otros y se estresan al más leve tosido o estornudo. “Capaz no tengo nada y salgo de aquí con covid”.
--No me siento mal. Estoy bien –suelen consolarse.
--Toma paracetamol o consulta un doctor, hermano.
--Me aguantaré con remedios caseros. Té de guayaba, jengibre, acuyo o qué sé yo. Gárgaras de bicarbonato de sodio. Ajo, cebolla, miel, limón, naranja y mucha agua.
--Come tomate, compadre. También échale vinagre o unos tragos de crucetillo, es bueno para todo. Y no te bañes porque empeoras…
De tantas recetas te enredas o confundes y no sabes a quién hacerle caso. Te las comparten de corazón porque a ellos les funcionaron.
Por lo pronto tu casa está patas arriba. Los no contagiados no se dan abasto ante el quehacer doméstico: lavado de ropa y trastes, limpieza del piso, elaboración de alimentos, compras, arreglo de recámaras, atención de mascotas. Ufff.
No todos cuentan con prestaciones del seguro social. Si no salen a trabajar no perciben ingresos. La comida escasea.
¿Y quienes carecen de empleo fijo, cómo pagarán doctor y medicinas? Se las arreglan como pueden. Si tienen suerte sobrevivirán a la pandemia y si no, pues terminarán abultando las estadísticas oficiales de víctimas de covid u ómicrón.
Niños, jóvenes, adultos mayores, la muerte arrasa parejo. También caen ricos, famosos y no famosos que se niegan a ser vacunados, como Diego Verdaguer y otros.
Algunos se confían porque recibieron la vacuna o ya contrajeron el virus y los síntomas fueron leves. Se asumen exentos de nuevos contagios. ¡Aguas!
Xalapa amanece este lunes en semáforo rojo. ¿En qué nos ayudará?
Quienes crean en milagros, oren con fe para librarnos de esta apocalíptica pesadilla.
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