Lo primero fue regresar la atención a los ciudadanos, que otra vez son quienes mandan en el Ayuntamiento a través de la expresión de sus voluntades, que son escuchadas atentamente por el presidente en su segunda vuelta, de la misma manera que lo hizo en la primera y que tan buenos recuerdos dejó.
Frente a la imagen de un alcalde ensimismado en su abulia, aterrado por su falta de capacidad para gobernar, soberbio y lejano, el Senador con licencia y ex Director de Aduanas ofrece una figura fresca, comedida, sencilla, cercana a la gente.
Dicen que es cosa de su carácter y su inteligencia natural, pues equilibra con acciones firmes y directas su presunta desventaja académica frente al doctorado en ciencias sociales que llegó exhibiendo el chilango Rodríguez Herrero, que desde el primer día de su horroroso mandato fue paradigma de que “lo que natura non da, Salamanca non presta”.
Ricardo Ahued ha demostrado eficacia y eficiencia en los tres años y dos meses y medio que ha gobernado a los xalapeños. No conoce la pausa y su hiperactividad está ofreciendo resultados palpables en lo inmediato. De pronto, los baches y los hoyos empezaron a ser menos, las calles con mayor desastre se empezaron a reconstruir, los camellones y jardines volvieron a estar limpios y arreglados.
Poco a poco se empieza a difuminar ese sentimiento de vergüenza que tenían los habitantes con el remedo de presidente municipal que padecieron por cuatro años.
Es muy probable que el orgullo vuelva pronto a los xalapeños y se tornen nuevamente insufribles por las bellezas y las fortalezas que está recuperando su ciudad.
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