El reclamo llego antes de que saliera la columna de la semana pasada. Molesto me increpó el Negrito: "Cómo te atreves a decir que tú me enseñaste a jugar dominó, si tú eres un chambón para jugar, tú y todos los que juegan conmigo son una bola de chambones, son pone fichas". El Negrito se refería a los que cotidianamente jugamos dominó con el: el doctor Irving Barroso, el joven político Claudio Arturo Espinoza, el politólogo irredento Aníbal Azamar, el coronel Fernando Díaz Pedroza y el que escribe; a este grupo se han incluido otros amigos como Ceferino Tejeda, Román el "Chavo" Castillo, Víctor Cruz, que nos deja jugar en el Nuevo Tamiahua, el historiador sin partido Fernando Riaño, y últimamente mi compañero Álvaro, y otros más.
Recuerdo cuando jugábamos con el doctor Ángel Cobos Delfín (doctor cigarrete) cada movimiento se tardaba como si estuviera jugando ajedrez.
Ahora veamos la versión del Negrito: " Aprendí a jugar dominó en Nopaltepec, en la tienda del pueblo se juntaban: Nacho "La Cotorra", don Chepe, Eladio Oliva, Luis "El Sordo", yo solo los veía porque no me invitaban, ellos eran los riquillos, recuerdo que jugaban en unas mesas de patas de fierro y la cubierta de madera, las sillas eran iguales. Uno de ellos, que era el que jugaba más, les decía " Chambones" a los que hacían una mala jugada.
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Hay dos clases de jugadores: los que se apasionan en cada juego, como si en él se les fuera la vida; y los que juegan simplemente por divertirse, estos lo ven simplemente como un pasatiempo. Entre los primeros estaba don Adolfo Ruíz Cortines, él se encabronaba si perdía, y su compañero tenía que poner sus cinco sentidos en cada jugada, si perdían, siempre era por culpa del compañero, nunca de don Adolfo. Lo mismo le pasa al Negro, él nunca tiene la culpa, la culpa es del chambón que tiene enfrente, y si gana, fue gracias a él, nunca reconoce el mérito de su compañero.
En esta categoría de los que se apasionan esta mi compadre Juan Gorraez, que llevaba a jugar a su hijo Juanito, y jugaba tan bien como el papá, y algunos dicen que a veces lo superaba, también mi amigo Jesús Galindo, cuando jugábamos en el Gallo de Oro, allá en la Ciudad de México, si su compañero don Jorge (QEPD ), que era su papá, cometía un error, a veces se paraba enojadísimo y se salía mentando madres, luego, después de haberle dado una vuelta a la manzana, regresaba ya calmado y se integraba nuevamente a la mesa.
Daniel Caiceros me dice que lo invite a jugar, aunque confiesa que no es muy bueno, lo invitare con gusto, pues es el nivel con los que me gusta jugar.
Los que jugaban con don Adolfo, a veces jugaban a modo del expresidente para no hacerlo enojar.
El ganarle a chambones es algo a lo que no le concedo mérito, le tendría reconocimiento si le ganara a buenos jugadores como mi amigo Ernesto Alcolea, el del restaurante "Help", ese sí es un conocedor, a la segunda o tercera jugada ya sabe las fichas que traen los demás.
Lo que sí debo reconocer es la inteligencia del Negrito, el señor Jorge Galindo me decía: " El que tengas años de ver jugar no basta para aprender a jugar, si así fuera, el reloj de la Plaza México sabría torear". Y el Negrito aprendió a jugar viendo jugar a la Cotorra, al Chepe, y a los viejos que se juntaban en aquel tendejón del pueblo.
Don Adolfo Ruíz Cortines decía que para jugar dominó se necesitaban ciertas características, una de ellas buena memoria, lo cierto es que este juego ayuda a mantener activas las neuronas; por esta razón los que practican este juego son gente pensante e inteligente.
En la Cd. de México, me cuenta mi amigo Humberto López Licenciado en derecho egresado de la UNAM y además publirrelacionista , que él se reunía con compañeros del gremio periodístico, en el Covadonga del antiguo Centro Asturiano de las calles de Puebla a jugar dominó con la plana mayor de los tundeteclas, entre ellos asistían: Amado Treviño, Carlos Arguelles, Ángel Trinidad Ferreira, Javier Lozada, Alberto Tinoco, David López, todos ellos jugaban por nota, con su legendaria modestia, dice que él era el más maleta.
Había unos muy buenos como Luis Gutiérrez y hasta damas como Nidia Marín, Héctor Lee, algunas veces llegó a ir Jorge Avilés.
Las reuniones eran los martes y jueves y asistían los principales jefes de prensa y reporteros de la fuente política.
Y como dice el Negro Cruz los chambones no tenemos cabida en esas reuniones.
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