Sin dejar entrever su desilusión pensó por unos segundos que pedirle al presidente, le estaba dando la gran oportunidad de colaborar con él y no podía desaprovecharla.
Javier había asistido últimamente a algunas reuniones del grupo solar y le había gustado el tema así que le dijo a su amigo - Sr. presidente, me gustaría ser director de Aguas Salinas y Energía Solar.
-Esa posición, tengo entendido, siempre se la han dado a algún miembro del Grupo Solar, pero yo soy el presidente y Usted es mi amigo así que adelante, Usted estará al frente de esa institución.
Al Doctor Ibarra, lo había conocido en el INJUVE y tuve la deferencia de que me invitara como; Secretario Particular de la Dirección de Aguas Salinas y Energía Solar, esa dirección estaba integrada por muchos jóvenes científicos y técnicos, algunos se ocupaban de buscar energías alternativas como la solar, eólica que se obtiene de los gases del estiércol animal; otros se encargaban de investigar cómo se transformaba agua potable del agua salina en lo que los israelitas nos llevaban mucha ventaja.
No pasaron muchos meses para que el presidente López Portillo nos anunciara su visita. Así que todo el equipo se abocó a preparar una exposición para presentársela.
Se le mostrarían las células solares, también los ventiladores eólicos y finalmente un digestor, es decir, se enterraría un tanque con estiércol, se conectaría esto a una estufa, en donde el presidente encendería la parrilla con el gas obtenido del digestor.
Todo estaba listo para que al otro día, el presidente nos visitará, pero surgió un problema, el digestor no había tenido el tiempo suficiente para que el estiércol produjera el gas, así que lo que se hizo fue una pequeña trampa, se enterró un tanque de gas butano y se conectó a la parrilla.
Al otro día, muy temprano, llegó personal del Estado Mayor Presidencial equipados con fumigadoras, pero en lugar de insecticida, contenían pintura verde que rociaron en todas las áreas secas que rodeaban nuestras instalaciones en Tecamachalco.
A las 11 de la mañana en punto arribó un jovial presidente que caminaba derrochando energía a lo largo de nuestras instalaciones.
Primero se le explicó como funcionaban las células solares y los esbeltos ventiladores para obtener energía eléctrica y por último llegamos a donde estaba enterrado el "digestor"; Don José procedió a manipular el botón de la parrilla e inmediatamente brotó la llama azulosa pero no era del estiércol sino del gas butano. Todos estallamos en un estruendoso aplauso y el presidente exclamó; ‘Excelente doctor, se ha convertido Usted en un miembro más del Grupo Solar’. |