Le faltó velocidad de pensamiento, palabra y obra a Cuitláhuac y a su equipo, porque no supieron aprovechar las fortalezas de la recién incorporada familia Yunes Linares-Márquez: si los Yunes del Estero y su gente hubieran estado encargados de la logística de la última visita presidencial de López Obrador al Puerto, seguro solamente habría recibido porras y le hubieran aventado cuando mucho algunos pétalos de flores.
La Gobernadora Electa, Rocío Nahle García, se sumó a la comitiva presidencial en el Puerto con toda la fuerza y la presencia, como si ya fuera -que lo es de hecho- la verdadera Gobernadora de Veracruz.
Muchos dicen que Cuitláhuac mejor no hubiera ido al evento de Andrés Manuel, porque sólo llegó para dar lástimas y quedar mal. Ni siquiera alcanzó a cachar la botella orinienta que le lanzó al Presidente, dicen, uno de sus propios colaboradores, para que el todavía Gobernador le hiciera al héroe con un gran atrapadón… pero esa también se le fue, como su futuro político.
Y luego, Cuitla nunca tuvo la oportunidad en toda la visita de hacer un apartadito con El Señor, con su factótum, para pedirle el gran favor de que le dijera a Claudia “de que ya lo nombrara”.
Lo único que obtuvo el inhábil Gobernador jarocho fueron las miradas de dardo encendido que le clavó el líder moral de la Cuarta Transformación, cuando lo rociaron con la botella de plástico.
Parece que su destino será una embajada… pero en las Islas Fiyi. |