Un viejo dicho popular dice que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. 

Sin embargo, en política eso no siempre funciona, por eso es por lo que el PAN, sabiendo que ha tocado fondo, se aventura a tratar de resurgir de las cenizas mediante algo más que un simple cambio de estilo en el cabello, sino todo un estirón de arrugas, un “proceso de rebranding profundo”, como lo acaba de anunciar su presidente nacional Jorge Romero Herrera.

Y es que el PAN, al parecer, ha probado de todo y aun así no ha podido levantar: un Concejo cerrado de decisiones, pruebas y adoctrinamientos para nuevos miembros con plenos derechos; alianzas de facto y derecho con el PRI y el PRD; cambio de nombre; abrirse a la sociedad; enviar por la Presidencia a una persona que sabía hacer polémica; es decir, de todo con tal de cambiar el viejo esquema de los Gómez Morín, los Fernández de Ceballos, los H. Álvarez, los Castillo Peraza, los Maderos y todos aquellos viejos ideólogos hoy al parecer rebasados. 

Y es que el diagnóstico de Jorge Romero fue totalmente opuesto al que han hecho del PAN sus anteriores dirigentes nacionales, incluyendo Marko Cortés y Ricardo Anaya, y por fuerza sus soluciones tenían que ser profundas, de renovación e innovación o de lo contrario le seguirían los pasos al PRD. 

Pero, ¿Qué es lo que propone Romero Herrera?

1.- Iniciar un proceso de “rebranding”, es decir, una estrategia de marketing para renovar la imagen de una marca que modernice su identidad cercana a la ciudadanía; 

2.- Adoptar una nueva marca; 

3.- Un nuevo y diferente logo distinto al que los distinguió desde 1939;  

4.- Un nuevo ‘jingle’, es decir, una nueva tonadita, corta y pegajosa, como lo que hizo el Movimiento Naranja;  

5.- Iniciar la digitalización del partido para tener información precisa y actualizada para tomar decisiones estratégicas.

Por lo que se ve, la modernidad propuesta por Jorge Romero Herrera no pasa de ser la misma gata, solo que revolcada y bañada de modernidad. 

El dirigente nacional no se ha dado cuenta que ser un partido de derecha tibio no ha funcionado en el mundo, y lo que hoy se necesita es un brinco a la ultraderecha que se oponga a la izquierda en el poder. 

De no ver el fondo y seguir atendiendo solo la forma, Jorge Romero pronto verá las reacciones de los azules ortodoxos que se oponen a esos cambios, pero que, en cambio, si ven más fortalecida su línea de la derecha compaginada con la modernidad que propone el actual dirigente y podría ver cómo las abejas se le vuelven a pegar al panal. 

Pero eso solo depende de Jorge Romero, quien en su campaña, por cierto dejó entrever esa línea de derecha, pero que ahora parece que ya se espantó.

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