La ley prevé que de no cumplirse con la mudanza a la Televisión Digital Terrestre (TDT), los concesionarios se harán acreedores a una multa. Existe la posibilidad de que el Instituto Federal de Telecomunicaciones considere la situación extraordinaria que priva en Veracruz o que alguna dependencia, que podría ser la Secretaría de Gobernación, interceda por la televisora. Después de todo, la responsabilidad del grave momento económico que se vive en Veracruz debe ser compartido por las autoridades estatales y federales, estas últimas por haber dejado hacer a un gobernador del mismo partido que prometía mantener la bandera priista en el estado. No es ético ni responde a los principios del federalismo dejar a su suerte a Veracruz y a los veracruzanos cuando padece por causa de un mal gobierno.
Los medios públicos deberían cumplir una función social importante para la sociedad. Radiotelevisión de Veracruz necesita el apoyo económico, pero no sólo para atender el mandato de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, sino para reactivar su producción con una nueva perspectiva.
Lo que alguna vez fue “la radio y la televisión de los veracruzanos” se convirtió en un adefesio irreconocible bajo la conducción de Juan Octavio Pavón. Cerca de las elecciones intermedias de 2013, el exdirector de RTV ordenó la realización de una encuesta para, supuestamente, conocer los gustos de los veracruzanos. Se hizo y ¡oh sorpresa! descubrió que a la gente le gusta la balada, la música grupera, la banda y todos los géneros comerciales que les acompañan. Estrenado como mercadólogo político, con una lógica retorcidísima, concluyó que si Radio Más programaba al gusto “del público” contribuiría al triunfo del PRI, por lo menos fue algo que comentó con no pocas personas. El discurso oficial fue que con base en los resultados de la encuesta se modificaba la programación.
Se echaron así por la borda diez años de trabajo por una radio cultural. La audiencia que había construido la estación se perdió. Alguno de sus asesores dijo al llegar que “ya estaba bien de jaranita” y así fue, en efecto, la música de Veracruz casi desapareció de la estación. Parecía una mala copia de Aquí manda el patrón, la K buena o La Sabrosita. Pésima porque ni siquiera era redituable como esas estaciones comerciales, el mal gusto era gratuito. Cuando a Pavón lo nombraron coordinador de Comunicación Social, continuó su influencia sobre la programación y después la inercia ha hecho lo suyo.
Televisión no se salvó. Los “conciertos” se hacían en coproducción con estaciones comerciales. Los programas de revista como “Hoy” a lo pobre y sin el atractivo de los deslices lingüísticos de Andrea Legarreta y Galilea Montijo. La señal de RTV era, por decir lo menos, irreconocible. Las líneas cultural y social absolutamente extraviadas, después de haber sido ejemplo entre los medios públicos.
¿Necesita RTV completar su transición digital? Sin duda, pero sobre todo necesita modificar su enfoque. Es preciso replantearse su función, como la de todos los medios públicos. Para empezar, asumir que se trata de medios públicos y no propiedad del gobernador en turno. No es posible que en un medio respetable, la línea editorial de un programa noticioso esté dictada por el partido que gobierna y no por la importancia informativa de los acontecimientos. Miguel Ángel Yunes Linares ganó la gubernatura y sus actividades, aun como gobernador electo, tienen relevancia periodística; RTV no lo consideró así, sus actividades estaban simplemente vetadas en la televisora estatal. Habrá que preguntarle al director Jorge Faibre si fue un dictado o se debió a su personal perspectiva noticiosa. En cualquier caso, es absolutamente injustificable.
Sería muy lamentable invertir recursos millonarios para estaciones vacías de contenido. Ojalá pronto los medios públicos de Veracruz dejen de ser “la radio y la televisión de los funcionarios veracruzanos”.
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