El asunto es que al paso de los días, el torrente informativo parece intentar que la exigencia de renuncia pase a segundo plano. Ahora se habla únicamente de un extrañamiento. Sólo el trato dispensado a una legisladora debería ser suficiente para solicitar que este funcionario entregue su renuncia, pero la justificación de removerlo del cargo se complementa con la evidencia que mostró de su desconocimiento del tema de la pobreza, punto central de su quehacer en la secretaría a su cargo.
Con esa ignorancia a cuestas se ha puesto a visitar 18 entidades. ¿En calidad de qué ha realizado estas giras: de secretario de Desarrollo Social o del operador político que él mismo admitió ser?
Puede ser que la presidencia de la República no tenga ninguna intención de dejar ir en este momento a un hombre que considera clave para los procesos electorales en puerta, pero su falta de respuesta hace ver a la administración de Peña Nieto como insensible ante el maltrato a una mujer.
Aunque no se reconoció oficialmente la participación de Luis Videgaray en el penoso asunto de la invitación a Donald Trump cuando era candidato, las características del rumor lo hacían parecer boletín de prensa. Con todo y que Videgaray se consideraba el hombre fuerte del régimen, para sorpresa de muchos, fue removido.
A pesar del gran apoyo que parecía tener Jesús Murillo Karam en la Procuraduría General de la República, su verdad histórica de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se tambaleaba tanto dentro y fuera del país que al final significó la caída del procurador.
David Korenfeld Ferman se tuvo que ir de la Comisión Nacional del Agua por haber hecho uso indebido de los recursos oficiales al utilizar un helicóptero de la institución para su beneficio y el de su familia.
Apenas iniciado el sexenio ocurrió el incidente de la hija de Humberto Benítez Treviño, entonces procurador del consumidor; llamada “LadyProfeco” por haber logrado que personal de la Procuraduría clausurara un restaurante con un pretexto cualquiera aunque en realidad era porque no le dieron a la niña mesa en el momento que la exigió. La pequeña venganza de la hija de papá le valió el puesto a Benítez, a pesar de que se decía era una persona muy cercana al presidente, a quien incluso llamaba maestro. Hay que recordar que en la investigación se afirmó que Benítez no fue quien dio la orden de cerrar o verificar el restaurante. La revista Forbes comentó sobre este caso que “era un gran golpe a la cultura del influyentismo y prepotencia que el mexicano tiene muy arraigados. Muy buena señal que, esperemos, cambie poco a poco el país”.
Hoy, vemos a un secretario de despacho dirigirse a una legisladora de una forma por demás insolente y parece que no sucederá nada, porque a pesar de aquella buena señal hay cosas que no cambian. El interés por conservar el poder a cualquier costo es una de ellas. Y el secretario ya dijo que es un operador político. ¿Será ese su seguro?
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